Daniel Samper Pizano en el Hay Festival 2019
Lectura

“No hay que dejarse mandar, uno se tiene que equivocar solito”: Daniel Samper Pizano

Este es uno de los contenidos producidos por los participantes de Cronicando durante el Hay Festival Cartagena 2019.

Créditos: 
FNPI.
Redacción Centro Gabo

Esta entrevista fue realizada por José Luis Guzmán (14 años), Dayelitza Jiménez (16 años) y Fabián Romero (13 años), participantes de Cronicando, el primer taller del Centro Gabo de la FNPI -Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano dirigido a niños y jóvenes del Barrio Nelson Mandela, realizado en alianza con la Fundación TenarisTuboCaribe. Este fue uno de los 6 contenidos producidos por los participantes en su primer ejercicio de reportería durante un evento masivo, en el Hay Festival 2019.

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Daniel Samper Pizano ha escrito con igual compromiso y gran apasionamiento sobre política, fútbol y música. Es considerado “el padre del periodismo de investigación”. Sin dudas un título muy importante, que lo ha llevado a desarrollar una muy extensa carrera desde que a los 19 años entró a trabajar como reportero en el diario El Tiempo, pero que no ha impedido que su divertido sentido del humor acompañe cada día de su vida.

 

¿Cómo nació su amistad con Gabriel García Márquez?

Yo conocí a Gabo en el aeropuerto de Barranquilla, yendo a una parranda vallenata.  Teníamos un gran amigo en común, mi maestro en el periodismo: Álvaro Cepeda Samudio. A Gabo le impresionó que yo, siendo de Bogotá, supiera tanto sobre el vallenato. Gabo me tenía un apodo, él me decía “Cachaco e’ mierda”. Él era muy jodón, tomaba mucho el pelo.

 

¿De dónde salía su gusto por el vallenato?

Tengo una abuela guajira, desde muy niño he escuchado vallenatos. Esa música vive conmigo.

 

¿También lo baila?

¡Cómo se le ocurre! Soy un vallenatero auténtico. El vallenato no se baila, se oye. Cuando se va a una parranda vallenata a lo que se va es a oír historias de vida.

 

¿Siempre quiso ser periodista?

En el Gimnasio Moderno, colegio al que yo iba, se publicaba la que debe ser una de las revistas estudiantiles más antiguas de toda América. Yo llegué a ser su director, lo digo con mucho orgullo. Era el lugar adecuado para alguien para alguien a quien le gustaba muchos más leer y escribir que prestarles atención a las matemáticas.

 

A usted lo llaman “el padre del periodismo de investigación”. ¿Piensa que la fama es algo importante?

La fama es como coger agua con las manos, se va rapidito. Otra cosa es el prestigio, ése es el que vale. Yo tengo una amiga que se llama Isabela Santo Domínguez, periodista barranquillera, que dice: “Tener fama es como tener un montón de billetes, pero del Monopoly. De esos que no valen nada”.

 

¿Cuál ha sido el reportaje que más lo ha marcado?

Era muy joven y tuve que hacer la reportería de la caída de un avión. Fue un espectáculo horrible, con brazos y piernas desparramados por todos lados. Nunca lo olvidaré.

 

¿Cómo hace usted para no perder la alegría, a pesar de vivir en un mundo sobre el que muchas veces le ha tocado escribir cosas trágicas?

El buen humor está en mi naturaleza, es la manera de poder llevar las cartas que me tocaron en esta vida. También, creo, es una forma de mirar para entender. En ese sentido, yo creo ser un gran realista.

 

Su hijo también es escritor. ¿Qué consejo le dio al comenzar?

Que no se deje mandar por nadie. Si uno se equivoca, se tiene que equivocar solito.

 

Sobre Cronicando Nelson Mandela

Cronicando, el primer taller del Centro Gabo de la FNPI – Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, se inició en 2016 con un primer grupo de 35 niños y jóvenes del barrio Nelson Mandela de Cartagena. Más de 150 niños se han visto beneficiados por el programa, que ha tenido tres ediciones en total.

En las dos primeras ediciones de Cronicando Nelson Mandela el énfasis estuvo en el periodismo escrito; entre los productos periodísticos realizados por los jóvenes reporteros se destaca un periódico mural y la realización del periódico Voces del Barrio, en el que los participantes contaron historias de su comunidad, investigadas y escritas por ellos mismos. En total se distribuyeron 2.000 ejemplares en diferentes sectores del barrio beneficiado.

En la tercera edición, los participantes trabajaron en torno al periodismo radial y produjeron una serie de reportajes radiofónicos en los que pusieron en práctica aspectos del periodismo como la investigación, el manejo de las fuentes, la narrativa y la ética periodística.

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