A lo largo de mi niñez y adolescencia sentí afinidad por asuntos que tenían una gran lejanía de la cultura colombiana: la música en inglés, las películas extranjeras, la moda parisina y las novelas clásicas europeas. Sentía que cada una de estas cosas le hacían gran honor al lugar de donde provenían, y me preguntaba: ¿habrá cosas que le hagan tanta justicia a Colombia?
Además de ignorar la infinita riqueza cultural que tiene mi país y sus distintas representaciones, también ignoraba la belleza y complejidad de la literatura latinoamericana. Tal vez por ello nunca lo entendí en mi juventud, hasta que en el momento preciso, después de haberlo leído una vez en mi etapa escolar y no comprenderlo en absoluto, llegó de nuevo a mis manos un texto de Gabriel García Márquez, y sentí como si una revelación divina hubiese llegado hasta a mí, después de tantos años de haberlo ignorado.
Macondo, ese lugar tan lejano, hostil y de exuberante belleza, era el lugar donde nací; la casa Buendía, donde jugué cada verano con mis primos mientras crecí; el amor de Fermina Daza y Florentino Ariza, la historia de mis padres; la pensión que nunca recibió mi abuelo, como la carta que tanto esperó el Coronel; los ambientes desérticos donde se encontraba la carpa de Erendira, el mismo escenario donde en los últimos 8 años han muerto 4.770 niños; las 32 guerras perdidas del Coronel Aureliano Buendía, 32 guerras que ha perdido mi pueblo; Santiago Nasar es el amigo, padre, hijo y hermano que muchos han perdido por la violencia constante en las calles de nuestro país. dDe esa manera comprendí que las historias que contaba Gabito no eran solo ficción: eran más que historias de amor, poder o magia, esas historias eran las mías, las de mi familia, mis amigos y de todas las personas que existieron, existen y existirán en este país.
Entonces, a la pregunta que me hice una vez, debo decir que, si hay algo que le hace justicia a mi país, es Gabriel García Márquez quien con sus manos contó la historia de 45,5 millones de colombianos; también de los que ya murieron y de los que están por nacer.
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