Inicia sus estudios formales en el Colegio Montessori, con la maestra Rosa Elena Fergusson. Por cuestiones administrativas, la escuela cierra a mitad de año, y Gabo tiene que repetir primero de primaria. Su primera afición fue el dibujo, en especial copiar las tiras cómicas que tomaba de los periódicos de su abuelo:
Al principio dibujaba en las paredes, hasta que las mujeres de la casa pusieron el grito en el cielo: la pared y la muralla son el papel de la canalla. Mi abuelo se enfureció, e hizo pintar de blanco un muro de su platería y me compró lápices de colores, y más tarde un estuche de acuarelas, para que pintara a gusto, mientras él fabricaba sus célebres pescaditos de oro. Alguna vez le oí decir que el nieto iba a ser pintor, y no me llamó la atención, porque yo creía que los pintores eran sólo los que pintaban puertas.
El método Montessori con el cual se relacionó Gabo en sus primeros años hacía hincapié en el potencial creativo del niño, en el deseo innato de crecer y aprender, y en la individualidad; la iniciativa y la orientación personal se adquieren a través de los sentidos del propio niño. Con respecto a lo anterior García Márquez diría que era “como jugar y estar vivo”, este método despertaría en él la sensación de exploración y descubrimiento permanente. Así mismo la profesora Rosa Elena Fergusson que, además fue su primer amor infantil, alentó en él el aprecio por la lengua, el verso, la escritura correcta y la puntualidad.
El consuelo fue que en Aracataca habían abierto por esos años la escuela montessoriana, cuyas maestras estimulaban los cinco sentidos mediante ejercicios prácticos y enseñaban a cantar. Con el talento y la belleza de la directora Rosa Elena Fergusson estudiar era algo tan maravilloso como jugar a estar vivos. Aprendí a apreciar el olfato, cuyo poder de evocaciones nostálgicas es arrasador. El paladar, que afiné hasta el punto de que he probado bebidas que saben a ventana, panes viejos que saben a baúl, infusiones que saben a misa. En teoría es difícil entender estos placeres subjetivos, pero quienes los hayan vivido los comprenderán de inmediato. No creo que haya método mejor que el montessoriano para sensibilizar a los niños en las bellezas del mundo y para despertarles la curiosidad por los secretos de la vida.
Dentro de sus gustos, además del dibujo, disfrutaba explicando la trama de la películas como Tom Mix y Tim McCoy, que el coronel lo llevaba a ver en Aracataca, en un teatro sin techo que permitía escuchar desde cualquier lugar del pueblo el sonido de los disparos. De esos paseos con idas al cine nació el amor de Gabo por el séptimo arte. El dibujo, la lectura, las películas vistas y vueltas a contar y las interacciones con los adultos, especialmente con su abuelo, contribuyeron al desarrollo de su imaginación poderosa.
Los padres de Gabo, tras fracasar económicamente en Barranquilla, regresan a Aracataca, donde Gabriel Eligio deja instalada a su familia y se ausenta hasta final de año.
Del 1 de diciembre data el primer recuerdo que García Márquez tuvo de su padre: la llegada de un hombre extraño “esbelto, moreno, dicharachero y simpático…” (p.82). A esta imagen se asocia el dolor al enterarse, por boca de su padre, cuando compraban los regalos de navidad, de la inexistencia de Santa Claus, pues eran los padres quienes traían los regalos. Ese fue el comienzo de una serie numerosa de desdichas que impidieron para siempre una relación estrecha entre padre e hijo:
Mi prueba de fuego fue cuando mis padres se mudaron para Cataca con Luis Enrique y Aída, mis otros dos hermanos. Margot, que apenas se acordaba de papá, le tenía terror. Yo también, pero conmigo fue siempre más cauteloso. Sólo una vez se quitó el cinturón para azotarme, y yo me paré en posición de firmes, me mordí los labios y lo miré a los ojos dispuesto a soportar lo que fuera para no llorar. El bajó el brazo, y empezó a ponerse el cinturón mientras me recriminaba entre dientes por lo que había hecho. En nuestras largas conversaciones de adultos me confesó que le dolía mucho azotarnos, pero que tal vez lo hacía por el terror de que saliéramos torcidos. En sus buenos momentos era divertido. Le encantaba contar chistes en la mesa, y algunos muy buenos, pero los repetía tanto que un día Luis Enrique se levantó y dijo: Me avisan cuando acaben de reírse.
Vivir para contarla
Ese año el abuelo lo lleva a la quinta de San Pedro Alejandrino, en Santa Marta, donde murió el Libertador Simón Bolívar, quien habría de inspirarle algunos momentos del coronel Aureliano Buendía y una de sus novelas históricas: El general en su laberinto.
Hitos históricos:
Alfonso López Pumarejo asume la presidencia de Colombia, con el programa de gobierno denominado “Revolución en Marcha” entre cuyos proyectos se destacan drásticas reformas en la educación y lo agrario. Fin de la guerra entre Colombia y el Perú con la firma del Protocolo de Río de Janeiro, que ratifica el tratado de límites de 1922. El presidente Roosevelt visita a Cartagena.
Los “marines” norteamericanos evacúan Haití tras 19 años de ocupación (1915-‐1934). Efímera república socialista en Chile. Lázaro Cárdenas presidente de México, Getulio Vargas del Brasil y Velasco Ibarra de Ecuador. Muere Augusto César Sandino.
Estados Unidos establece relaciones diplomáticas con la Unión Soviética. Alemania: noche de los cuchillos largos. China: Larga Marcha
Hitos literarios y culturales
E. Zalamea Borda: Cuatro años a bordo de mí mismo. Antonio García: Colombia S.A. Luis López de Mesa: De cómo se ha formado la nación colombiana. Lorca: Yerma. R. Gallegos: Cantaclaro. J. Icaza: Huasipungo. De la Cuadra: Los Sangurimas. J. Amado: Sudor. Scott Fitzgerald: Suave es la noche. William Saroyan: El joven audaz sobre el trapecio volante. H. Miller: Trópico de cáncer.García Lorca y Neruda en Buenos Aires. Fundación de la Universidad de Sao Paolo. Orozco: Mural de Bellas Artes (México) L. Pirandello es premio Nobel.
©Fundación Gabo 2024 - Todos los derechos reservados.