Una nueva campaña busca enseñarle a la comunidad LGBTI a responder a los discursos de odio con ironía, creatividad y diálogo, y propone tácticas que todos deberíamos comenzar a utilizar.
La comunidad LGBTI sabe muy bien cómo es estar en el lado receptor del odio. No solo porque los discursos discriminatorios en su contra vienen de todas partes, desde algunos sectores políticos hasta los maestros y los mismos niños de las escuelas. También porque, como dice Nina Chaparro, investigadora de Dejusticia, “los discursos de odio se convierten en crímenes de odio”.
Según la organización Colombia Diversa, en Colombia fueron asesinadas 110 personas LGBT en 2015, el año más reciente del que hay cifras. La cifra solo sería una más en un país violento si no fuera porque es la más alta desde 2012, y porque al menos el 39% de esos homicidios estuvieron motivados por la identidad sexual o de género de la víctima.
Parte del problema es que las redes sociales son un espacio fértil para que los discursos de odio se reproduzcan y viralicen, a menudo motivados por fines políticos. Con eso en mente, Chaparro preparó un pequeño documento en el que propone tres estrategias para combatir esos discursos de odio.
La premisa básica es que “el odio es la gasolina del odio”. Responder a la agresión con más agresión, dice Chaparro, es hacer exactamente lo que quieren quienes usan esos discursos. “Estos discursos de odio se usan para distraer a la gente de temas más importantes, y eso sirve para ganar votos”, dice.
Por eso, “la respuesta tenía que ser desde la esperanza, sin que eso suene ingenuo”. Las tres propuestas que siguen son ideas que buscan desactivar el odio, evitar que quienes lo usan para manipular cumplan con su cometido, y hacer que todos nosotros seamos menos vulnerables a esa clase de estrategias.
Aunque fueron hechas pensando en la comunidad LGBTI, el objetivo a largo plazo de la campaña es crear una ‘caja de herramientas’ para enfrentar el odio, venga de donde venga. Al fin y al cabo, como dice Chaparro, en nuestro país ya “hay otras poblaciones a las que se está dirigiendo el odio”, como los inmigrantes.
El documento es parte de la campaña #OdiarNoEsNormal, que un grupo de organizaciones de la sociedad civil buscaron contrarrestar en redes sociales los discursos electorales de odio.
Que las #Elecciones2018 sean nuestro primer ejercicio de paz. Aprendamos a vivir en la diferencia y la diversidad. #OdiarNoEsNormal #VotoIgualdad #PilasConElVoto pic.twitter.com/djJnyyJnxN
— Dejusticia (@Dejusticia) March 12, 2018
¿Cómo responder cuando alguien te insulta? Una forma inteligente de hacerlo puede ser burlándote de ese discurso. No de la persona que lo hace, porque eso al final es responder una ofensa con otra; sino de lo que dice y como lo dice.
La ironía les quita el veneno a los insultos, los desarma y los desactiva. No solo porque no le da al otro ‘el gusto’ de que te ofendas, sino también porque pone el odio en su verdadera dimensión: como una falsedad que, en lugar de decir algo, busca generar una respuesta emocional.
Hay varios buenos ejemplos de esta técnica. La caricatura Mariquismo juvenil, del caricaturista Zay, se burla con mucho tino y buen humor de los insultos y prejuicios contra las personas LGBTI. Y el comediante estadounidense Jimmy Kimmel invita a celebridades de ese país a que lean tuits abusivos que les mandan los usuarios. El resultado es hilarante, y más importante aún, logra aliviar un poco la mala sangre que campea en internet.
Todos los sabemos: no es divertido ser odiado. Incluso las personas más fuertes de carácter y con más seguridad en sí mismas se sienten heridas cuando son humilladas. Por eso, la acción más importante que podemos hacer todos es rodear a quien es víctima de odio.
“La fuerza de las personas hace que las víctimas no se sienten solas”, dice Chaparro. Así no pertenezcas a ninguna minoría, o incluso si tienes desacuerdos con quien fue insultado, ofrecer apoyo y tener empatía con ellos no solo puede ser muy valioso para quien recibe un discurso de odio, sino que envía un mensaje poderoso a quien insulta.
Hace poco vimos un caso parecido de solidaridad en Colombia. Cuando el caricaturista Matador decidió salirse de las redes sociales tras recibir amenazas, muchos usuarios comenzamos a compartir sus caricaturas y enviarle mensajes de apoyo. Tras el rechazo social que experimentó, la persona que envió las amenazas ofreció disculpas —que de todos modos no satisficieron al caricaturista ni a la mayoría de los usuarios.
Una de las experiencias más sorprendentes para la comunidad LGBTI ha sido encontrar aliados en las iglesias y en los colegios, lugares que tienden a ser hostiles a esa comunidad. Eso ayuda tanto a quienes son víctimas de odio, que pueden enriquecer sus perspectivas, como a las comunidades más hostiles, que se hacen menos vulnerables a ser manipulados.
“Generalmente nosotros nos hablamos entre nosotros mismos, y esos círculos de redes sociales no se rompen”, dice Chaparro. Sin embargo, cuando se comienza a dialogar con quienes se supone que son adversarios y piensan diferente, puede haber sorpresas.
“Teníamos la idea general de que los religiosos estaban en desacuerdo con el enfoque de género y no trataban con respeto a las personas con identidades diversas, y eso es mentira”, dice. Puede haber diferencias, pero “eso ayuda a romper ese cristal que dice que ‘todos somos así o asá’”. Por el contrario, han encontrado personas con quienes pueden dialogar y difundir su mensaje.
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