Recuerdos y reflexiones de Gabriel García Márquez sobre su amigo Camilo Torres Restrepo, cura guerrillero muerto en combate.
En marzo de 1974 se exhibió en Colombia Camilo, el cura guerrillero, un documental de 96 minutos en el que se narraba la vida y el pensamiento político de Camilo Torres Restrepo. El largometraje, escrito y dirigido por Francisco Norden, contó con la participación de varios intelectuales, dirigentes políticos y artistas que conocieron a Camilo y cuyos testimonios dan cuenta de su evolución ideológica. El escritor colombiano Gabriel García Márquez fue uno de estos invitados. Gabo, además de evocar sus primeros encuentros con Camilo, aprovechó la ocasión para reflexionar sobre el destino de los líderes sociales en América Latina.
La amistad entre Gabriel García Márquez y Camilo Torres Restrepo comenzó en 1947 en Bogotá, cuando el futuro novelista colombiano hacía su primer año de Derecho en la Universidad Nacional. Gabo, junto con Camilo y Luis Villar Borda, solía frecuentar el café Asturias para hablar de filosofía y literatura. Con ellos también colaboraría en la redacción apresurada de algunos artículos para el suplemento literario de La Razón, bajo la dirección del poeta y periodista Juan Lozano y Lozano.
“Andábamos más tiempo juntos en la calle que en la universidad”, relata García Márquez en sus memorias, Vivir para contarla. “Ambos [Villar Borda y Torres Restrepo] hervían a fuego lento en un inconformismo duro por la situación política y social del país. Embebido en los misterios de la literatura, yo no intentaba siquiera comprender sus análisis circulares y sus premoniciones sombrías”.
Aquella relación amistosa se mantuvo a lo largo de los años. Tanto así que, en 1959, luego de que naciera Rodrigo, su primer hijo con Mercedes Barcha, Gabo le pidió a Camilo –para entonces metido de lleno en la vocación eclesiástica– que se hiciera cargo de la ceremonia del bautizo.
Camilo Torres Restrepo murió el 15 de febrero de 1966, luego de un combate en Patio Cemento (Santander) entre la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en la que militaba y el Ejército Nacional de Colombia. Casi diez años después, en el documental de Francisco Norden, García Márquez reflexionó sobre el mito de Camilo y sobre la importancia de apoyar a los líderes sociales cuando están vivos.
“Lo que más me interesa en realidad del mito de Camilo es que es una demostración más, una demostración muy triste y dolorosa de que en América Latina la gente no cree sino en héroes muertos. Cosa que sucedió exactamente con el Che Guevara”, afirmó el escritor colombiano. “En el momento en que Camilo se sacrificó por lo que estaba defendiendo, muchísima gente que no había creído en él empezó a creer, como diciéndose: ‘Ah, si se hizo matar por eso, entonces decía la verdad, entonces tenía razón’. Creo que esta experiencia hay que interpretarla en el sentido de que, por favor, no esperen a que el líder se muera para creer en él, tenemos que creer en líderes vivos”.
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