El día que García Márquez usó el frac y no la guayabera en Estocolmo.
Es bastante conocida la decisión de Gabriel García Márquez de recibir el Premio Nobel de Literatura en “liqui liqui” (un atuendo formal latinoamericano, especialmente del Caribe, bastante parecido a la guayabera) y no en frac, como lo indica el protocolo de la Academia Sueca. Para el escritor colombiano, la ceremonia de un galardón tan prestigioso era una oportunidad perfecta para realizar un acto político a favor de América Latina y demostrar, como en sus novelas, su arraigo cultural al continente. Lo primero lo lograría de forma contundente con su discurso “La soledad de América Latina”. Para cumplir lo segundo se propuso rechazar el frac y adoptar un atuendo que tuviera una carga simbólica más significativa. “Nosotros culturalmente no tenemos nada que ver con el frac. Entonces dije que iba de guayabera o de liqui liqui, que yo supongo es del mismo origen”, contó durante una entrevista a Radio Habana Cuba a principios de 1983.
Antes, en octubre de 1982, García Márquez le había confesado al periodista Abraham Zabludovsky durante el noticiario 24 horas de Televisa que su determinación en este asunto era tan fuerte que no le importaban las temperaturas glaciales de la capital sueca. “El traje obligatorio es el frac, pero en la Academia Sueca aceptan que los hindúes vayan con su traje nacional. Yo estoy dispuesto a demostrar que la guayabera es el traje nacional del Caribe y que tengo el derecho de ir vestido así. Con tal de no ponerme frac, soy capaz de aguantar el frío”, afirmó.
En su aversión al frac también había motivos que tuvieron su origen en la superstición. Según el autor de Cien años de soledad, aquel traje era un imán para la mala suerte. “Los venezolanos llaman «pava» al efecto maléfico que desprenden las personas o los objetos rebuscados. Para mí, tienen pava los caracoles detrás de la puerta, los acuarios dentro de las casas, los pavos reales, el frac, los mantones de Manila y esas estudiantinas españolas que entran en los bares cantando”, le dijo a El Semanal de Madrid en septiembre de 1991.
De modo que el 10 de diciembre de 1982, García Márquez recibió el Premio Nobel vestido con un liqui liqui blanco. A sus amigos de Colombia que lo acompañaron -ellos sí vestidos de frac-, el escritor les recomendó portar una rosa amarilla en la solapa para conjurar la mala suerte.
No obstante, a pesar de todas las razones con las que García Márquez justificó su hostilidad contra la levita, los pantalones negros, el chaleco y la pajarita, el narrador colombiano sí usó el frac ese año en Estocolmo. Aquello ocurrió al día siguiente de la ceremonia de recepción del premio, el 11 de diciembre de 1982, durante una cena que tuvo con el rey Carlos XVI Gustavo de Suecia y su esposa, la reina Silvia. Un corresponsal de la Agence France-Presse (AFP) capturó aquel instante memorable en una fotografía a blanco y negro: en ella aparece Gabo rodeado por su esposa Mercedes Barcha (a su derecha) y el ministro de educación de entonces, Jaime Arias Ramírez (a su izquierda).
Dos días después, el 13 de diciembre, el periodista colombiano Darío Arizmendi le preguntó para El Mundo de Medellín cómo se había sentido usando el frac. “Excelentemente”, respondió García Márquez. Y añadió: “Al usar en la ceremonia el liqui liqui quise afirmar con ello una verdadera razón cultural. Al hacerlo no me importó un carajo después usar el frac, aparte de que me queda muy bien y lo sé usar a las mil maravillas, ¿o no? Mira, por fin se acabó esta vaina del Nobel. He estado más tensionado que todos los diablos”.
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