Este es uno de los contenidos producidos por los participantes de Cronicando durante su cubrimiento en el Hay Festival Cartagena 2019.
Esta entrevista fue realizada por Brandy Guzmán (16 años), Iván Ramírez (14 años) y Daniela Teherán (16 años), participantes de Cronicando, el primer taller del Centro Gabo de la FNPI -Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano dirigido a niños y jóvenes del Barrio Nelson Mandela, realizado en alianza con la Fundación TenarisTuboCaribe. Este fue uno de los 6 contenidos producidos por los participantes en su primer ejercicio de reportería durante un evento masivo, en el Hay Festival 2019.
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Sabrina Duque es ecuatoriana de nacimiento, pero su pasión por el periodismo la ha llevado a ser una cronista que salta de país en país. Vivió en Portugal, donde escribió sobre meseros cascarrabias. Luego aterrizó en Brasil donde escribió sobre una guionista de dibujos animados y sobre las cariocas. Ahora pasa sus días en Nicaragua, de donde sólo piensa marcharse después de haber subido a todos sus (muchísimos) volcanes.
Aunque cuando era pequeña quería contar historias y me gustaba escribir frases, en mi casa tenía mucha presión para ser ingeniera porque era buena en matemáticas. Mi papá, aunque era muy machista, no quería que yo dependiera en la vida de un hombre. Hacía fuerza para que yo entrara en la universidad para seguir una profesión que me permitiera ser independiente y no terminar en un matrimonio infeliz sólo buscando la estabilidad económica. Acepté hacer el examen de ingeniería y logré pasar, pero pronto me di cuenta de que no me gustaba así que decidí hacer el examen de periodismo. Y, por supuesto, lo pasé. Entonces fue que comenzó el despelote en mi familia, y terminé siendo periodista. Ellos terminaron entendiendo y apoyando mi decisión, por los que les estoy muy agradecida.
Conectar con personas muy diferentes. Siento que siempre he sido un poco extranjera, pasando de un país a otro y preguntando a quienes iba encontrando lo que necesitaba saber para entender adónde había llegado. Me humaniza conocer a nuevas personas y hacer conocer a esas personas a otras personas más a través de mis crónicas. También siento algo parecido cuando ejerzo como traductora, es como abrir las puertas de la comunicación entre dos idiomas: más gente puede leer a un escritor brasileño gracias a que ahora existe una versión en español de su obra. Eso me hace muy feliz.
Hay personas que están en otros países por necesidad y eso, posiblemente, no los hace felices. Preferirían la estabilidad: vivir en el país donde nacieron y crecieron, y que ese país sea siempre igual al que fue. No es mi caso. Yo no creo que exista ese tipo de estabilidad. En consecuencia, no la deseo y vivo feliz yendo de aquí para allá.
En muchas profesiones, los hombres tienen el primer lugar aunque haya mujeres más preparadas y talentosas que ellos. No lo digo por falta de modestia si no porque es evidente. En un periódico, ¿a quién creen que le asignan las entrevistas más interesantes, las noticias más impactantes? Claro que a los periodistas varones, y sólo por el hecho de ser tales. Alguna vez, mi editor llegó a plantearme que no me iba a dar una tarea importante porque, en algún momento, seguro que iba a abandonar la profesión para dedicarme a tener hijos. ¡Tremendo machista!
A las mujeres nos importa ocupar espacios de poder, estar entre quienes tomamos las decisiones importantes de la sociedad. Nos toca, entonces, endurecernos. A los hombres, en cambio, no se les permite demostrar sus sentimientos. Tienen prohibido llorar, porque deben ser fuertes. O actuar como si lo fueran.
Llegué atraída por su geografía, con tantos volcanes y lagos por descubrir, y me encontré, también, con una situación social muy tensa. Ser joven, hoy, en Nicaragua quiere decir salir a la calle a protestar y quizás obtener como única recompensa un disparo en la cabeza. Ese es mi desafío diario, como persona y como periodista: cómo no perder la capacidad de maravillarme a pesar de las dificultades.
Cronicando, el primer taller del Centro Gabo de la FNPI – Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, se inició en 2016 con un primer grupo de 35 niños y jóvenes del barrio Nelson Mandela de Cartagena. Más de 150 niños se han visto beneficiados por el programa, que ha tenido tres ediciones en total.
En las dos primeras ediciones de Cronicando Nelson Mandela el énfasis estuvo en el periodismo escrito; entre los productos periodísticos realizados por los jóvenes reporteros se destaca un periódico mural y la realización del periódico Voces del Barrio, en el que los participantes contaron historias de su comunidad, investigadas y escritas por ellos mismos. En total se distribuyeron 2.000 ejemplares en diferentes sectores del barrio beneficiado.
En la tercera edición, los participantes trabajaron en torno al periodismo radial y produjeron una serie de reportajes radiofónicos en los que pusieron en práctica aspectos del periodismo como la investigación, el manejo de las fuentes, la narrativa y la ética periodística.
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