Veinte reflexiones sobre el amor, la vida y la muerte en la novela El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez.
En sus estudios sobre el canon de la novela moderna, el crítico literario Harold Bloom afirma que Gabriel García Márquez es un autor de Escrituras en el que Cien años de soledad es una especie de Antiguo Testamento mítico y El amor en los tiempos del cólera un Nuevo Testamento donde el eros triunfa sobre la desgracia.
Ya desde diciembre de 1985 –mes en el que se publicó por primera vez la novela– los lectores de El amor en los tiempos del cólera han sabido encontrar en los amores contrariados de Florentino Ariza y Fermina Daza aforismos y admoniciones sobre la naturaleza humana, especialmente la naturaleza del corazón, que aplican a sus vidas con una devoción casi religiosa.
Por eso desde el Centro Gabo compartimos contigo una selección de veinte frases de esta novela de García Márquez donde la pasión, la vida y la muerte tejen un evangelio literario del amor.
El corazón tiene más cuartos que un hotel de putas.
Nada de lo que se haga en la cama es inmoral si contribuye a perpetuar el amor.
Amor del alma de la cintura para arriba y amor del cuerpo de la cintura para abajo.
La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio logramos sobrellevar el pasado.
Se puede estar enamorado de varias personas a la vez, y de todas con el mismo dolor, sin traicionar a ninguna.
Es increíble cómo se puede ser tan feliz durante tantos años, en medio de tantas peloteras, de tantas vainas, carajo, sin saber en realidad si eso es amor o no.
El amor se hace más grande y noble en la calamidad.
Uno viene al mundo con sus polvos contados, y los que no se usan por cualquier causa, propia o ajena, voluntaria o forzosa, se pierden para siempre.
Aprovecha ahora que eres joven para sufrir todo lo que puedas, que estas cosas no duran toda la vida.
Los viejos, entre viejos, son menos viejos.
La sabiduría nos llega cuando ya no sirve para nada.
El problema del matrimonio es que se acaba todas las noches después de hacer el amor, y hay que volver a reconstruirlo todas las mañanas antes del desayuno.
El problema de la vida pública es aprender a dominar el terror, el problema de la vida conyugal es aprender a dominar el tedio.
Lo más importante de un buen matrimonio no es la felicidad sino la estabilidad.
Es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites.
Lo único que me duele de morir es que no sea de amor.
La gente que uno quiere debería morirse con todas sus cosas.
La vida no la enseña nadie.
La muerte no tiene sentido del ridículo.
El amor era el amor en cualquier tiempo y en cualquier parte, pero tanto más denso cuanto más cerca de la muerte.
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