Diez medicamentos y productos medicinales presentes en la obra de García Márquez y compilados por Juan Valentín Fernández de la Gala en ‘Los médicos de Macondo’.
En el decimotercer capítulo de Los médicos de Macondo, el último libro publicado por la Fundación Gabo, Juan Valentín Fernández de la Gala construye una “farmacopea de Macondo” a partir de la obra narrativa de Gabriel García Márquez. Se trata de más de trescientas referencias terapéuticas que el escritor colombiano dejó en sus cuentos, novelas y textos periodísticos, y que suelen tener una participación fundamental en el desarrollo de sus historias.
El 7% de estas referencias, explica Fernández de la gala en su libro, “aparecen citadas incluso con su nombre comercial. Y un 10% son remedios de inspiración mágica, sin mayor fundamento científico que la sugestión o la fe que sean capaces de inducir en el paciente”. Hacia el final del capítulo, el autor elabora un compendio de remedios utilizados por los personajes de García Márquez y los organiza alfabéticamente.
En el Centro Gabo hemos seleccionado diez productos médicos de esta “despensa de remedios macondianos” y hemos transcrito la explicación que ofrece Fernández de la Gala para cada uno de ellos. Los compartimos contigo:
Marca comercial de un jabón de uso veterinario de Laboratorios Grisi, en Ciudad de México, con propiedades antisépticas y antiparasitarias. Incorpora productos naturales como Aloe vera y prescinde deliberadamente de perfumes, que podrían molestar al olfato del animal.
[…] El narrador de Memoria de mis putas tristes asegura que, por temor a los piojos, lava su escaso cabello con jabón El Perro Agradecido: “De muy niño oí decir que cuando una persona muere los piojos que incuban en la pelambre escapan pavoridos por las almohadas para vergüenza de la familia. Esto me escarmentó de tal suerte, que me dejé tusar a coco para ir a la escuela, y las escasas hebras que me quedan me las lavo todavía con el jabón del perro agradecido”.
Extracto de una planta mirtácea de las Antillas (Pimenta racemosa), muy aromática y conocida también como malagueta o laurel de olor. Cuando sus hojas se destilan con ron se obtiene una sustancia muy olorosa llamada bay-rum (ron de laurel), usada en perfumería como loción refrescante y en medicina, a modo de fricciones, contra el cansancio y los dolores articulares y musculares. Por inhalación se dice que combate el dolor de cabeza, los desvanecimientos y los mareos del viajero. Se trata de un remedio de la medicina tradicional antillana que aún persiste en las Antillas británicas y holandesas y en República Dominicana.
El dictador de El otoño del patriarca vagaba noches enteras “con la cabeza envuelta en trapos ensopados en bairún, gimiendo de desesperación contra las paredes, enloquecido por un dolor de cabeza insoportable”.
Antiguo jabón de tocador elaborado con aceites de coco, oliva y almendra, ácido salicílico al 2% y esencias de vainilla y limón. Se proponía como remedio coadyuvante en diversas enfermedades dermatológicas. Fue patentado en Nueva York en 1880 por el doctor John Reuter, distribuido desde 1921 por Lanman & Kemp Co. y sistemáticamente publicitado en el Almanaque de Bristol.
Este jabón lo compra Fermina Daza a la botica francesa, en El amor en los tiempos del cólera, y es usado por Leticia Nazareno para bañar al dictador de El otoño del patriarca.
Marca comercial de una brillantina o fijador graso para el pelo. Nació en Argentina en 1927 y estuvo muy ligado a los ambientes del tango en Buenos Aires. En El amor en los tiempos del cólera, lo usaría Florentino Ariza para mantener su característico peinado con raya en medio y para abrillantar el cabello -al menos mientras disfrutó de él-. García Márquez le atribuye a la glostora supuestas virtudes de crecepelo.
Fenobarbital o fenobarbitona. Nombre comercial del primer barbitúrico comercializado por la cada Bayer desde 1912, a raíz de los experimentos de Fischer y Von Mering en 1904. Se usó como anticonvulsivo, sedante e hipnótico, hasta que se popularizaron las benzodiacepinas en 1950. Podía presentarse en tabletas o como solución inyectable. El nazismo propuso su uso sistemático para eliminar niños con taras, adultos improductivos o enfermos incurables, dentro del programa eugenésico denominado en clave Aktion T4, desarrollado entre 1939 y 1941.
En La mala hora, el doctor Giraldo lo usa como tranquilizante con la viuda de Montiel. En El otoño del patriarca, el dictador lo emplea para tener acceso carnal seguro a algunas mujeres.
Mercurocromo, uno de los nombres comerciales del antiséptico organomercurial mercromina o merbromina (dibromohidroximercurifluoresceína), generalmente en concentración al 2%. Lo aplica el dictador de El otoño del patriarca a las úlceras de su madre anciana, Bendición Alvarado. En Crónica de una muerte anunciada, las comadres recomiendan a Ángela Vicario que manche sus sábanas de boda con mercurocromo para simular su virginidad.
Papel medicinal impregnado en goma de benjuí que tenía la virtud de arder sin llama. Se quemaba a modo de desinfectante perfumado, para combatir el asma o para enmascarar olores en el hogar. Fue comercializado desde 1885 con el nombre de Papier d’Arméniepor el farmacéutico Henri Rivier y por el químico y viajero francés Auguste Ponsot, que lo había visto utilizar a los turcos en Armenia, de ahí su nombre. En El amor en los tiempos del cólera, Fermina Daza usaba papel de Armenia para camuflar el olor del tabaco, cuando fumaba a escondidas con su prima Hildebranda en el dormitorio.
Denominación inglesa del cloruro de mercurio o calomelano, un compuesto usado tradicionalmente como laxante y antihelmíntico en los siglos XVIII y XIX. Posteriormente se usó también contra la sífilis hasta comienzos del XX, de acuerdo con la propuesta terapéutica de Metchnikoff y Roux. En Cien años de soledad, Úrsula, creyendo que la enfermedad de Fernanda era digestiva (en lugar de un padecimiento ginecológico), le recomienda tomar en ayunas una papeleta de calomel.
Primer nombre comercial para el ácido acetilsalicílico, comercializado por los laboratorios Bayer desde 1899. Analgésico, antitérmico, antiinflamatorio y antiagregante plaquetario de un muy extendido y extraído originalmente de la corteza del sauce (Salixspp.). Posteriormente, gracias a Hoffmann y Eichengrün, también por síntesis artificial en el laboratorio.
En Crónica de una muerte anunciada, Santiago Nasar trata de encontrar a tientas una aspirina en el botiquín del baño.
Marca comercial de un aceite de creosota patentado en Yorkshire (Reino Unido) por William Pearson a finales del siglo XIX y empleado usualmente como desinfectante en medicina y, a mayor concentración, para la higiene de instalaciones ganaderas y hospitalarias.
[…] En El otoño del patriarca, el dictador combate la podredumbre de las llagas de Bendición Alvarado dándole una mano de creolina por todo el cuerpo. Su propio cadáver lo lavan con creolina y sal de piedra, al igual que las mesas de los matarifes, que adquirían por este motivo “un olor de hospital”. Las jóvenes prostitutas que le sirven al dictador han sido previamente bañadas con creolina y estropajo por los servicios de sanidad.
Los médicos de Macondo, de la autoría de Juan Valentín Fernández de la Gala, es un minucioso recuento del rigor científico con que Gabriel García Márquez construyó su obra literaria. Se trata de un libro que evidencia el papel indispensable de la medicina en los cuentos y novelas del escritor colombiano, y que reflexiona sobre las vidas de los numerosos especialistas en las áreas más diversas de la ciencia médica que contribuyeron a la formación del universo garciamarqueano. Adquiérelo con descuento en la Tienda de la Fundación Gabo (pulsa aquí).
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