Palabras de Inés García Sheinbaum, nieta de Gabriel García Márquez y Mercedes Barcha, durante la disposición de cenizas de Mercedes.
El pasado 25 de marzo la familia García Barcha dispuso de las cenizas de Mercedes Barcha Pardo en el Claustro de La Merced de la Universidad de Cartagena, lugar en donde también se encuentran las cenizas de Gabriel García Márquez. Fue un acto privado amenizado con vallenatos interpretados por el cuarteto de la Orquesta Sinfónica de Cartagena de Indias. Durante la disposición de las cenizas, varios miembros de la familia pronunciaron algunas palabras en honor a Mercedes Barcha.
Desde el Centro Gabo compartimos contigo el discurso que Inés García Sheinbaum, nieta de Mercedes, escribió para la ocasión:
Tuve el placer de pasar tiempo con Abui en muchos lugares. Cuando tenía casi dos años, estuvimos aquí en Colombia y todos los años sin falta la veía en Los Ángeles y en México. Pero mi lugar favorito para pasar tiempo con mi abuela no era una ciudad o un país: era un lugar trascendente del espacio y el tiempo. No importaba si estábamos en la calle Fuego o en la calle 11, si mi abuela y yo estábamos sentadas juntas frente al televisor estábamos en el paraíso. Nada me hacía más feliz que sentarme con Abui a ver las repeticiones del show “Caso Cerrado”. Ella y Doña Ivis, quien ocasionalmente lo veía con nosotras, se reían cuando yo cantaba el tema principal: “caso cerrado oh oh oh oh”. Sonaba como un reloj al principio y al final de cada episodio. Pero en el momento en que la juez Ana María Polo salía con su toga negra y su pequeño martillo, nos poníamos serias y, sin ninguna vergüenza, juzgábamos como si nosotras mismas tuviéramos el título en leyes. Me reía cuando los acusados intentaban que la juez se pusiera de su lado. Ana María Polo era estricta pero justa, e iba un paso por delante de todos los que la rodeaban. Lograr que soltara una sonrisa era difícil, pero cuando lo hacía siempre era gratificante. ¿Les recuerda a alguien?
Como muchos de ustedes saben, mi abuela tenía una manera curiosa de mostrar afecto, pero cuando estábamos sentadas frente al televisor, comiendo paletas de vainilla con chocolate de Häagen-Dazs, yo sentía el amor que ella me tenía y el amor que yo le tenía a ella. Simultáneamente, pondríamos los ojos en blanco en situaciones patéticas que aparecían en la pantalla y luego ella simplemente me señalaría con su cabeza hacia su encendedor para que yo se lo pasara: pronto las dos estaríamos inhalando el humo de sus cigarrillos.
Mientras nos sentábamos en la salita, Abui siempre interrumpía y recordaba cualquier cosa que pudiera aparecer en el televisor. En esos momentos, sabía que nadie en el mundo era más fabuloso que ella.
Pero no era su armario aparentemente interminable, o su colección de zapatos y pashminas lo que la hacían ser tan fabulosa. Era fabulosa en la manera en que era como una fábula. Una brújula moral, siempre enseñándonos lecciones sobre la vida; una persona tan interesante y glamorosa que parecía de ficción. Lo cual tiene perfecto sentido y explica por qué Gabo estaba tan enamorado y cautivado por ella. Abui era el puro ejemplo del realismo mágico al frente de todos nuestros ojos.
Sé que en este momento ella está en algún lugar sentada en su silla, que en realidad se parece más a un trono, viendo este evento como un programa de televisión mientras que Gabo duerme la siesta a su lado. Mi abuelo es la única persona a la que dejaría que ocupara mi lugar enfrente de la tele junto a ella. Pero hasta que podamos vernos otra vez algún día, recordaré estos momentos con ella y los veré en mi memoria con el mismo entusiasmo y cariño con que veíamos “Caso Cerrado”.
Un decálogo del nobel colombiano sobre el séptimo arte.
La presencia indispensable del mes de agosto en la vida y obra del...
©Fundación Gabo 2024 - Todos los derechos reservados.