Cuando era niño el único material de lectura que había en mi casa era una colección de textos de Gabo que incluía tanto su obra periodística como de ficción. Como siempre he tenido una afición innata a la lectura, apenas aprendí a interpretar los primeros grafemas me adentré en ese maravillosa literatura que tenía a la mano. Sin embargo, los textos que más me llamaron la atención fueron las obras periodísticas compuestas por libros de crónicas como De viaje por los países socialistas, Crónicas y reportajes o Cuando era feliz e indocumentado.
Aún recuerdo mi incapacidad para comprender las metáforas con las que Gabo describía a una cortina de hierro que no era cortina ni era de hierro, sino que era "un palo pintado de rojo y blanco". Pero a pesar de ese estupor que me causaba no poder comprender lo que leía, sentía una atracción por ese lenguaje y esos títulos llamativos y atrapantes, y esa capacidad de narrar que es casi hipnótica.
Cómo pueden ver, creo que soy de los pocos garciamarquianos que incursionó a la literatura del gran nobel a través de sus textos periodísticos.
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