Doce reflexiones del escritor colombiano sobre Noticia de un secuestro, el último libro periodístico que publicó.
En octubre de 1993, Maruja Pachón y su esposo Alberto Villamizar le propusieron a Gabriel García Márquez que escribiera un libro sobre el secuestro de seis meses que sufrió Pachón a manos de Pablo Escobar a principios de la década de los noventa del siglo XX. El escritor aceptó encantado, siempre y cuando se tratara de un reportaje. La historia, tal como había sido pensada al principio, partiría desde el instante en que se llevaba a cabo el secuestro en Bogotá hasta el día de la liberación gracias a los esfuerzos de Villamizar. No obstante, a medida que García Márquez fue avanzando en el proyecto se dio cuenta de que su relato exigía un desarrollo más profundo del contexto sociopolítico de Colombia, lo cual implicaba contar también las historias de las otras personas que fueron secuestradas para la misma época por orden de Escobar. De modo que al final, además del drama de Maruja Pachón, Gabo narró el de Beatriz Villamizar, Marina Montoya, Francisco Santos y el equipo periodístico liderado por Diana Turbay.
El resultado de esta empresa fue Noticia de un secuestro, un libro periodístico que se publicó en 1996, luego de tres años de arduo trabajo, y que años después cobra vida en formato serie para la plataforma de streaming de Prime Video.
Terminar esta obra, según contó Gabo en diversas entrevistas, fue uno de los procesos más agotadores de su carrera, pues tuvo que estudiar una inmensa cantidad de material recopilado y proporcionarle un orden placentero a los ojos del lector. Para mantener la tensión del relato, fragmentó su texto en capítulos pares e impares: en los pares contó lo que ocurrió en el país que estuvo expectante sobre la vida de los secuestrados y en los impares la miseria de los secuestrados y su convivencia con los secuestradores.
En el Centro Gabo hemos seleccionado doce reflexiones de Gabriel García Márquez sobre Noticia de un secuestro, su último libro periodístico. Las compartimos contigo:
Todo libro es difícil. Cien años de soledad lo fue por la enorme carga mítica que llevaba dentro. El otoño del patriarca lo fue también por su enorme carga de ficción histórica, y Noticia de un secuestro lo es por su enorme carga de realidad periodística.
“Gabo cambia de oficio”. Cambio 16, mayo de 1996.
Estoy totalmente seguro de que Noticia de un secuestro es un reportaje clásico, con toda la información perfectamente comprobada, sin una sola licencia literaria. Pero estoy absolutamente convencido de que va a parecer más fantástico que mis novelas fantásticas.
“De regreso al periodismo”. Cambio 16, enero de 1996.
Noticia de un secuestro no tiene una línea imaginaria ni un dato que no esté comprobado hasta donde es humanamente posible. Sin embargo, estoy seguro de que costará trabajo creerlo, porque parece más novela que cualquiera de mis novelas. Creo que ese es su mayor mérito.
“Gabo cambia de oficio”. Cambio 16, mayo de 1996.
He estado pensando en el título. Siempre tuve Noticia de un secuestro, porque necesitaba una palabra periodística. Ya tengo Relato de un náufrago y Crónica de una muerte anunciada, me faltaba una noticia, porque he llegado a la conclusión de que el reportaje no es más que la noticia completa.
“En Colombia no hay secretos”.
Viva FM. Reproducido por El Tiempo, septiembre de 1995.
Un reportaje es una noticia completa. Pero con un factor importante: los detalles humanizados. Es decir, que el verdadero tema de Noticia de un secuestro es el sufrimiento de los protagonistas, no solo de los secuestrados y de sus familias, sino, inclusive, de los secuestradores. Quiero ser formal: no hay un delito más bárbaro que el secuestro. Ningún secuestrado se recupera por completo. En mi libro, cada vez que se abría la puerta a cualquier hora del día o de la noche los secuestrados no sabían si les llevaban la comida o si iban a matarlos. Todos estaban informados por la radio y la televisión, y muchas veces vieron a sus familias, pero estas no los veían a ellos ni sabían que eran vistas. Era como ver la vida desde la muerte. Hasta los mismos secuestradores, algunos muy humanos, trataban de calmarlos, pero los secuestrados se imaginaban que iban a matarlos y que sus bondadosos verdugos querían que sufrieran menos. Más aún, se necesitaba ser un poco suicida para aceptar el cargo de guardián de secuestrados, pues algunos tenían la convicción de que al salir de allí iban a matarlos para evitar que hablaran. Y seguramente a muchos los mataron. El drama humano de un secuestro es de una complejidad y un desgarramiento que no se puede inventar en una novela. En fin: siempre quise escribir un libro en el que los colombianos pudiéramos ver nuestro propio horror como en un espejo, y espero que sea éste.
“Gabo cambia de oficio”. Cambio 16, mayo de 1996.
Desde hace mucho tiempo estaba en busca de un tema para un reportaje. Un día, por ejemplo, en la localidad de Chiquinquirá se había envenenado el pan, y me fui para allá a escribir un reportaje sobre por qué se había envenenado el pan. Pero se corrió la voz, y de repente había un montón de periodistas en Chiquinquirá que querían ver cómo hacía el reportaje. Mi trabajo se convirtió en noticia y quedó liquidado. Pero mi deseo de escribir un reportaje permaneció, hasta que un día me encontré con Maruja Pachón y Alberto Villamizar, ambas víctimas de este caso de secuestro, aunque cada uno a su manera. Decían que tenían deseos de escribir sus memorias. Entonces llegamos al acuerdo de que yo escribiría esto como reportaje, centrándome solamente en la historia del secuestro de Maruja y del protagonismo que tuvo Villamizar en su rescate. Pero cuando ya tenía el tema adelantado me di cuenta de que no podía escribir la historia sin incluir el contexto. Y ese entorno incluía, por ejemplo, a otros ocho secuestrados, cuyo destino no se podía separar de la historia. Cuando hablé con estos ocho rehenes me di cuenta de que también había que incluir la situación general del país. Entonces me metí en un trabajo de tres años. Y es prácticamente el reportaje de lo que fue el país –desde agosto de 1990 hasta junio de 1991– a través de este secuestro. Me preguntan por qué se llama Noticia de un secuestro si son nueve secuestros. Digo: «No; es un secuestro colectivo de nueve personas». Cuando se secuestró el barco italiano Achille Lauro también fue un solo secuestro.
“De regreso al periodismo”. Cambio 16, enero de 1996.
Pablo Escobar estaba todavía vivo en la cárcel cuando empecé la investigación, y sé que él tuvo noticias del libro que yo estaba escribiendo. Había resuelto discutirlo con él en persona solo cuando ya tuviera el primer borrador de Noticia de un secuestro, pero murió antes. Estoy seguro de que me hubiera puesto en su lugar para ser justo con él. En un buen reportaje puede no haber buenos ni malos, sino hechos concretos para que el lector saque sus conclusiones.
“Gabo cambia de oficio”. Cambio 16, mayo de 1996.
El único protagonista con el que no hablé fue con Diana Turbay. Eso se palpa. Tuve información de Diana, de sus amigos, de su familia, con Nidia Quintero; y de sus cartas y en última instancia del diario de Diana, que no sé por qué no había llegado a manos mías antes. Eso me ayudó mucho porque nunca había visto a Diana, nunca la conocí y, además, siempre tuvimos la impresión de que ella era una de las que más había instigado para el problema conmigo. Me lo dice gente que probablemente no la quería. Pero no podía saber cómo era y, claro, la información más deficiente que tenía era la de Nidia, las frases escritas o algo y eso se notaba mucho. Pero Nidia me ayudó a darle mucha más fuerza. Pero en cambio, el protagonismo de Diana en el libro es central, porque es atroz lo que ocurrió con ella, sobre todo una injusticia absoluta.
“¡Carajo!, hagamos algo y punto”. El País, marzo de 1996.
Para Noticia de un secuestro entrevisté a no menos de cincuenta personas y no hubo una sola filtración. Como tenía el problema de que si me presentaba a buscar datos en algún organismo oficial o privado me lo convertían en noticia, busqué la asesoría de la periodista Luz Ángela Arteaga, quien me consiguió los datos más difíciles haciendo creer que era para un trabajo suyo. Y Margarita Márquez Caballero, mi prima hermana y secretaria particular, manejó todo el material y transcribió medio centenar de casetes en absoluto silencio. A mí mismo se me olvidó un dato porque ella tuvo la discreción de no comentármelo.
“Gabo cambia de oficio”. Cambio 16, mayo de 1996.
La idea original de Noticia de un secuestro fue: los secuestrados en los capítulos impares, es decir que empiezo con un secuestro, y en los pares, lo que está sucediendo afuera. Para dentro. Para fuera. Cuando me di cuenta de que aumentaban los protagonistas, se mantiene así: los que estaban secuestrados estaban de todas maneras en los impares y los que estaban afuera en los pares. Tenía que ser así, parejo, adentro y afuera. Entonces fue una experiencia muy linda. La historia mantiene la tensión.
“¡Carajo!, hagamos algo y punto”. El País, marzo de 1996.
Escobar se fugó y murió antes de que pudiera entrevistarlo. Entonces quedó en Noticia de un secuestro como fue para el país por aquellos años: una fuerza invisible, que nadie veía ni nadie sabía dónde estaba, pero nadie tenía duda de que era un poder inmenso con una inmensa capacidad de destrucción.
“Gabo cambia de oficio”. Cambio 16, mayo de 1996.
Para obtener tanta información secreta sin haberme entrevistado directamente con Pablo Escobar dispuse de todas las cartas que él dirigió a las autoridades, a las familias de los rehenes y a sus propios abogados, y que fueron una fuente de información invaluable, no solo sobre los hechos mismos, sino sobre la propia personalidad de Escobar. De su autenticidad no hay duda, en especial, por su estilo epistolar, que es de una expresividad y de una precisión asombrosa en un hombre de su nivel cultural. Había dos clases de cartas. Cuando se trataba de acusar a alguien, y en especial a las autoridades, usaba su caligrafía real, firmaba con su rúbrica y ponía su huella digital. […] Como siempre trato de escribir para todas las creencias, le pedí al astrólogo Mauricio Puerta la carta astral de Pablo Escobar, que tenía de nacimiento la peor conjunción. En la época en que se entregó parecía no tener sino tres caminos: la cárcel, el hospital y la muerte. Había un cuarto camino, que en su caso era inimaginable: el convento. Pero cuando se escapó ya no tenía caminos de regreso de acuerdo con su carta astral, porque entonces su tendencia predominante era la muerte súbita.
“Gabo cambia de oficio”. Cambio 16, mayo de 1996.
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