Archivo Gabriel García Márquez, Harry Ransom Center
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Los motivos por los que la Academia Sueca le otorgó el Premio Nobel de Literatura a Gabriel García Márquez

Lea completa la declaración que hizo la Academia Sueca cuando decidió otorgarle el Premio Nobel al escritor colombiano en 1982.

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Foto archivo Gabriel García Márquez, Harry Ransom Center
Redacción Centro Gabo

Cuando a un escritor le es concedido el Premio Nobel de Literatura, la Academia Sueca redacta una declaración oficial en la que argumenta las razones que motivaron su decisión final. Por lo general, se trata de un documento que menciona los atributos especiales de la obra de un autor, subrayando su originalidad, sus influencias y su impacto cultural.

En el caso de Gabriel García Márquez, a quien le fue otorgado el Premio en 1982, la Academia Sueca destacó la narrativa polifacética del colombiano, cuyos registros iban desde el cuento, la novela y la novela corta, hasta el periodismo político y la crónica. En el informe, los académicos comparan al creador de Macondo con grandes novelistas como William Faulkner y Balzac, haciendo énfasis en el contraste asombroso que García Márquez establece entre su visión trágica de la vida y la vitalidad de su narración. Llama la atención que en el texto también se reconozcan aspectos del escritor que van más allá de la literatura como su compromiso social y el impacto de sus libros en el mercado. Al final, lo que más se señala en el trabajo literario de García Márquez es su capacidad para introducir al lector en la realidad latinoamericana y revelarle los pormenores de la condición humana a través de la imaginación.

En el Centro Gabo queremos compartir contigo la declaración completa con la que la Academia Sueca dio a conocer sus motivos por los cuales García Márquez –y no otro– debía ganar el Premio Nobel de Literatura en 1982:

 

Al conceder el Premio Nobel de Literatura al Novelista Colombiano Gabriel García Márquez, no se puede decir que la Academia Sueca haya descubierto a un Escritor desconocido.

La publicación de su novela “Cien Años de Soledad” en 1967 proporcionó a García Márquez un reconocimiento internacional de desacostumbrada magnitud. La novela se tradujo a un gran número de idiomas y se ha editado en millones de ejemplares. Nuevas generaciones de lectores siguen comprándola y leyéndola con un interés que no disminuye. Un éxito de tal calibre, conseguido con un solo libro, podía haber sido fatal para un escritor que no tuviese los recursos de que dispone García Márquez. En todo caso, él ha ido consolidando paulatinamente su reputación de narrador dotado de talento excepcional, dueño de un material, producto de la fantasía y de la experiencia, que puede parecer inagotable. Su novela “El Otoño del Patriarca” (1975) puede muy bien medirse por su aliente narrativo y su riqueza épica con la obra mencionada. Las novelas cortas “El Coronel No Tiene Quien le Escriba” (1961), “La Mala Hora” (1962), o la publicada el año pasado “Crónica de una muerte anunciada” completan la imagen de un autor que reúne, en su persona, un talento narrativo desbordante, casi abrumador, y la maestría del artista de la lengua consciente de su técnica, disciplinado y poseedor de un amplio bagaje literario. Un buen número de cuentos publicados en diferentes colecciones o en revistas, proporcionan una prueba adicional de la polifacética modulación del talento narrativo de García Márquez. Sus éxitos internacionales han continuado. Cada obra suya nueva es considerada por una crítica y un público expectantes como un acontecimiento de trascendencia internacional, y se traduce y se publica con toda la rapidez posible en numerosos idiomas y grandes tiradas.

Tampoco se puede decir que con el Premio a García Márquez la Academia haya sacado a la luz un continente o región literariamente desconocido. La literatura Latinoamericana muestra desde hace tiempo una vitalidad que apenas se encuentra en otro ámbito literario y tiene conquistada una posición, un rol que se sigue con particular atención en la vida cultural de nuestro tiempo. Es éste un Continente donde se entrecruzan multitud de impulsos y tradiciones. Elementos de cultura popular, por ejemplo la narración oral, reminiscencias de culturas indias altamente desarrolladas, corrientes del barraco español de diferentes épocas, influencias del surrealismo y otras corrientes literarias Europeas, todo ello, mezclado, produce una bebida vivificante y rica en especias de la que García Márquez y otros escritores hispanoamericanos sacan su material e inspiración. Los violentos conflictos políticos, sociales y económicos elevan la temperatura del clima intelectual. Como la mayoría de los escritores más importantes del mundo Latinoamericano, García Márquez está profundamente comprometido políticamente a favor de los pobres y débiles  y contra la opresión nacional y la explotación económica extranjera. Además de la producción propiamente literaria, García Márquez ha desarrollado una intensa actividad periodística, labor en la que no se limita a tratar temas políticos, sino que toca gran variedad de asuntos de manera ingeniosa y a menudo provocadora.

Las grandes novelas nos llevan a pensar en William Faulkner. García Márquez ha creado un universo propio – El mundo que rodea a Macondo, el pueblo inventado por él. Desde finales de la década de 1940, sus novelas y cuentos nos arrastran a ese extraño lugar donde se dan cita lo milagroso y lo más puramente real – el espléndido vuelo de la propia fantasía, fabulaciones desmedidas y hechos concretos que surgen del fondo del pueblo, alusiones literarias, gráficas descripciones, palpables y a veces opresivas, realizadas con la precisión de un reportaje.

Como Faulkner, o por qué no un Balzac, los mismo protagonistas y personajes secundarios aparecen en diversas narraciones, son expuestos a la luz de diversas formas – unas veces en situaciones dramáticamente reveladores, otras en peripecias cómicas y grotescas de tal especie, que únicamente pueden ser inventadas por la más arrolladora fantasía o la desvergonzada realidad. Manías y pasiones tiranizan a esos seres. En plena guerra, estrambóticos sucesos hacen que el valor se presente bajo la figura de la locura, la infamia bajo la de la caballerosidad, la astucia bajo la de la insensatez. En el mundo imaginado y descubierto por García Márquez, tal vez sea la muerte el más importante director de escena entre bastidores. Con frecuencia, sus narraciones giran en torno a una muerte – alrededor de alguien que ha muerto, está a punto de morir o tiene que morir. Un sentimiento trágico de la vida impregna los libros de García Márquez – una sensación de la incorruptible fuerza del Destino y del avance inhumano e implacable del acontecer histórico. Pero la conciencia de la muerte y el sentimiento trágico de la vida contrastan con la vitalidad de la narración, esa capacidad de invención aparentemente ilimitada, que a su vez expresa la fuerza vital, a un tiempo aterradora y edificante, de lo vivo y lo real. Lo cómico y lo grotesco en García Márquez puede ser cruel – pero también puede transformarse en algo lleno de un reconciliador sentido del humor.

Con sus narraciones García Márquez ha creado un mundo propio que es un microcosmos. En su tumultuaria, desconcertante y, sin embargo, convincente autenticidad, este microcosmos refleja, con gran claridad, un continente con sus riquezas y miserias humanas. Quizás más aún: Un universo donde las fuerzas unidas del corazón humano y de la historia desbordan una y otra vez los límites del caos – matando y creando.

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