García Márquez y Fogel
Lectura

Gabriel García Márquez en 10 reflexiones de Jean-François Fogel

Diez reflexiones del periodista y ensayista francés Jean-François Fogel sobre Gabriel García Márquez.

Redacción Centro Gabo

En 1994, cuando Gabriel García Márquez creó la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (hoy Fundación Gabo), le pidió a Jean-François Fogel que formara parte del grupo de maestros destacados que enseñarían talleres prácticos a las nuevas generaciones de periodistas de América Latina. Fogel, que ya para entonces era un destacado periodista en el diario francés Le Monde, declinó aquella oferta por falta de tiempo. No obstante, en el 2002 García Márquez volvió a hacerle la misma propuesta (“¿Esta vez sí tienes tiempo?”, le preguntó) y él aceptó dictar un taller sobre las estrategias para construir un mejor periódico sin pedirle recursos al director. A partir de ese momento permaneció vinculado a la Fundación Gabo hasta el día de su muerte a causa de un ACV el pasado 19 de marzo.

Jean-François Fogel fue un prolífico ensayista y escritor de notas de prensa en las que plasmó sus impresiones en torno a la literatura, el periodismo, la política y la historia. Prueba de ello son los textos de su blog en El Boomeran(g) que escribió entre el 28 de noviembre de 2005 y el 10 de agosto de 2009. Allí, entre reflexiones sobre nuevas novelas publicadas en Iberoamérica y comentarios de noticias imprescindibles, Fogel también habló sobre García Márquez, el autor colombiano que a principios de los años setenta lo había deslumbrado con su novela Cien años de soledad y con quien después mantuvo una profunda amistad.

Tras estudiar su blog, en el Centro Gabo hemos seleccionado diez impresiones de Fogel sobre Gabriel García Márquez. Las compartimos contigo:

 

1. Un Homero de carne y hueso

 

Siempre he creído que conocer a Gabo es como haber conocido a Homero en la antigüedad, la diferencia es que nunca se ha podido demostrar la existencia de Homero, y Gabo es una persona muy real.

 

“Feliz cumpleaños”. El Boomeran(g), 5 de marzo de 2007.

 

2. El periodista experto

 

Gabo es un periodista, un reportero de por vida. A veces se puede olvidar: tiene tanta trayectoria como escritor; pero basta almorzar con él y otros periodistas para encontrarle metido por completo en el mundo de la prensa.

 

“Gabo, el periodista”. El Boomeran(g), 2 de octubre de 2007.

 

3. Un Gabo rabelesiano

 

Leo Cien años de soledad. Cuarta lectura. Segunda en castellano. (…) Lo que más me sorprende es cómo la novela se parece también a Rabelais por su manera de crear una realidad enorme. Lo percibí al leer el retorno de José Arcadio, transformado en un «hombre descomunal». Me acordaba de su herramienta maravillosa para el amor, no de un hecho más íntimo: sus «ventosidades marchitaban las flores». Esto es puro Rabelais.

 

“Leer una novela”. El Boomeran(g), 8 de agosto de 2007.

 

4. Entre el reportero y el novelista

 

Como todos los periodistas, García Márquez cuenta la historia de unos inventos de la prensa que resultaron ser ciertos. El sueño de un periodismo no como relato sino como una anticipación de las noticias. En ningún momento se adivina el novelista en este Gabo periodista sino en un momento dedicado a la técnica de la escritura. Buscando la manera de defender una prosa directa, sencilla, parecida a la expresión normal en una conversación de pronto explica: «cuando uno pierde el terror a escribir, dice lo que le da la gana y vende una cantidad de libros». Nadie lo contradice; por supuesto, sabe de qué habla.

 

“Gabo, el periodista”. El Boomeran(g), 2 de octubre de 2007.

 

5. Un escritor con olfato de publicista

 

Los libros de Gabo proceden de una gestación larguísima: hasta veinte años. Su publicación, al contrario, obedece a un olfato muy espontáneo para entender lo que necesitan sus lectores y lo que espera la opinión en el momento de la publicación.

 

“La vida de Gabo”. El Boomeran(g), 5 de mayo de 2009.

 

6. La lengua castellana llevada al extremo

 

Más allá de su dilatado vocabulario y su obvio uso de los colombianismos, Gabo llevó a sus extremos las posibilidades del castellano para modificar el sentido de las palabras. Ya en el glosario incluido en la edición conmemorativa de Cien años de soledad de la Asociación de Academias de la Lengua Española se notaba la manera en la que el novelista aprovechó todos los recursos para hacer de la literatura «el mejor juguete que se había inventado para burlarse de la gente» como dice uno de sus personajes.

 

“Gabo, el ladino”. El Boomeran(g), 7 de diciembre de 2007.

 

7. Un manejo del tiempo mejor que el de Proust

 

Cien años de soledad provocó de mi parte una reacción única. Al terminar la última página de la novela, en su traducción al francés, he vuelto, enseguida, a leerla de nuevo. Quería entender cómo un escritor podía esconder el flujo del tiempo que pasa dentro de una crónica del tiempo que pasa (Ni Proust, con su mero tratamiento de la memoria de las emociones, lo alcanza).

 

“Feliz cumpleaños”. El Boomeran(g), 5 de marzo de 2007.

 

8. La hazaña de las amistades políticas

 

El acercamiento de Gabo con Fidel Castro no es un acontecimiento casual sino el resultado de un trabajo preciso del novelista. Mantener la amistad pública con el líder cubano y, a la vez, relaciones estrechas con líderes socio-demócratas en América Latina y en Europa fue una verdadera hazaña.

 

“La vida de Gabo”. El Boomeran(g), 5 de mayo de 2009.

 

9. El general en su laberinto, una obra maestra.

 

Leo a Gabo en su idioma: el colombiano. Su obra maestra, en este aspecto, es El general en su laberinto. Un clasicismo insuperable.

 

“Feliz cumpleaños”. El Boomeran(g), 5 de marzo de 2007.

 

10. Sucre y Aracataca, dos surtidores literarios

 

Una gran parte de la obra de Gabo se puede leer con una sola pregunta: la inspiración viene de Aracataca (Cien años de soledad) o de Sucre (Crónica de una muerte anunciada). A veces, ambas ciudades se mezclan, pero sin llegar a la confusión pues son dos fuentes de inspiración distintas.

 

“La vida de Gabo”. El Boomeran(g), 5 de mayo de 2009.

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