Archivo Gabriel García Márquez, Harry Ransom Center
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10 vallenatos que dialogan con la literatura de Gabriel García Márquez

Diez canciones vallenatas que afines al universo narrativo del escritor colombiano.

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Foto archivo Gabriel García Márquez, Harry Ransom Center
Redacción Centro Gabo

Tiempo después de haber concluido Cien años de soledad, Gabriel García Márquez aseguró que aquella novela podía ser leída como un vallenato de 450 páginas si el lector lo quería. También dijo que había escrito la saga de la familia Buendía con el tono que usaba su abuela para contar historias cotidianas, el cual era, en el fondo, el mismo empleado por los juglares vallenato para narrar sus canciones. “Creo que mis influencias, sobre todo en Colombia, son extraliterarias”, afirmó el autor colombiano para El Manifiesto en octubre de 1977, “creo que más que cualquier otro libro, lo que me abrió los ojos fue la música, los cantos vallenatos. Me llamaba la atención, sobre todo, la forma como ellos contaban, como se relataba un hecho, una historia… con mucha naturalidad”.

El reconocido profesor universitario y crítico literario Ariel Castillo, en sus diversos estudios sobre la obra de García Márquez y la música de acordeón en el Caribe colombiano, ha elaborado una singular lista de composiciones vallenatas cuyos temas son afines al universo narrativo garciamarquiano.

Desde el Centro Gabo compartimos contigo diez de estos vallenatos que conversan con el realismo mágico de Gabo:

 

1. El fenómeno (Calixto Ochoa)

 

“El fenómeno” cuenta la historia de una mujer que ha sido embarazada por su propio hermano y que nueve meses después da a luz a un niño con rabo de mico. En la obra de García Márquez este tipo de relaciones incestuosas son recurrentes, siendo Cien años de soledad la novela con más casos. Allí podemos encontrar a José Arcadio Buendía y a Úrsula Iguarán (que eran primos), José Arcadio Buendía Iguarán y Rebeca Buendía (que eran hermanos adoptivos) o Amaranta Úrsula y Aureliano Babilonia (que eran tía y sobrino). Esta última pareja engendrará un hijo con cola de cerdo.

 

En un pueblecito llamado la Guayola

Salió una señora encinta de un hermano

Les echo el cuento y se imaginan que esto es broma

Porque causó horror lo que esa niña ha alumbrado

Nació aquella criatura sin físico de gente

Y con un parecido a muchos animales

Con un lucero blanco en el medio de la frente

Con el cuerpo peludo lo mismo que un salvaje

También nació con rabo igual a un mico

Y otros defectos raros en su cuerpo

Cómo sería de tan mal parecido

Que hasta la madre se privó del miedo

 

2. El general Dangond (Rafael Escalona)

 

Como el coronel Aureliano Buendía, de Cien años de soledad, o aquel viejo de El coronel no tiene quien le escriba, el general Dangond también luchó en la guerra civil colombiana entre conservadores y liberales. La composición es de Rafael Escalona, amigo íntimo de García Márquez y una de las grandes figuras del vallenato.

 

Mi general si no lo mataron

cuando peleó en la guerra civil

ahora es distinto, tenga cuidado,

que en molino puede morir.

 

3. La casa ronera (Camilo Namen)

 

“La casa ronera”, compuesta por Camilo Namen, introduce la figura del inventor del Caribe que imagina artefactos prácticos que sirvan para el desarrollo de las actividades cotidianas propias de la región. En este caso se trata de una casa para beber ron sin problemas, con robots meseros y un sistema que expulse intrusos y ‘gorreros’. Ciertamente es un tipo de invención que se emparenta con las ocurrencias científicas de José Arcadio Buendía y los inventos de los gitanos en Cien años de soledad.

 

Voy a hacer una casa de material

y en el patio una terraza ronera…

con asientos de cuero la voy a amoblar

que aguante el movimiento de la gente parrandera

Un aparato nuevo también voy a inventar

en la puerta de mi casa que quede de primera

el que no sea invitado no lo deje entrar

y aquel que este borracho me lo eche para afuera

también voy a comprar un robot

pa’ que me haga los mandaos

que salga corriendo cuando se acabe el ron

y que me traiga el hielo bien picao

Voy a inventar una máquina bien buena

Que allá en mi casa no debe de faltá

el que hable plebedades le tiemple la lengua

y aquel que esté gorriando lo levante a trompá...

 

4. Calabacito alumbrador (Calixto Ochoa)

 

Esta canción de Calixto Ochoa y la literatura de García Márquez están unidas por una misma metáfora: la de las bombillas eléctricas que son llamadas calabacitos alumbradores. En la obra de Gabo, la metáfora aparece en Crónica de una muerte anunciada cuando se menciona el patio de la casa de María Alejandrina Cervantes. En la historia de Ochoa, un montañero que jamás había visto la luz eléctrica también la usa.

 

El Compae Menejo nació en una montaña

y nunca había visto luz eléctrica en su vida.

Y una vez salió del monte para Sampués

y allí no hallaba que hacer cuando vio la luz prendida

Cuando llego era de noche y los focos estaban prendidos

a él eso le causó admiración

y le dijo a uno que venía por la calle:

“Mire donde venden esos calabacitos alumbradores”

y el tipo le dijo

“ahí en frente”

Él fue a la tienda

y le dijo a la dueña de la tienda:

“Despácheme un calabacito

que sea alumbrador”

 

5. La custodia de Badillo (Rafael Escalona)

 

“La custodia de Badillo” cuenta la historia de una custodia fina de la iglesia de Badillo que es cambiada por otra más barata. En medio de una trama policial y satírica, Escalona acaba sugiriendo que el ladrón podría ser el propio cura. De acuerdo con el profesor Ariel Castillo, esta composición se enmarca dentro del ámbito de curas, obispos y arzobispos que protagonizan varias historias de García Márquez.

 

Aunque digan que es calumnia del pueblo de Badillo

ellos con mucha razón presentaron sus pruebas,

no tiene el mismo tamaño, ni pesa lo mismo

no tienen el mismo color, entonces no es ella.

Parece que el inspector como que tuvo miedo,

mucho miedo en este caso para proceder,

porque todavía no han dicho quién es el ratero

aunque todo mundo sabe quiénes pueden ser

 

6. Los doctores (Calixto Ochoa)

 

“Los doctores” se hermana con el numeroso elenco de médicos que participan en las historias de García Márquez. Basta con recordar al médico suicida de La hojarasca, al doctor Octavio Giraldo de La mala hora, al falso homeópata de Cien años de soledad o al doctor Juvenal Urbino de El amor en los tiempos del cólera.

 

Entre más días, más se concentran

los médicos en su profesión

¡hasta dónde ha llegado la ciencia

de trasplantar un corazón!

Ya eso no importa, no interesa

si el enfermo va descompleto

después que lleve la cabeza

lo demás se lo hacen ellos

 

7. La peste (Guillermo Buitrago)

 

Uno de los episodios más fascinantes de Cien años de soledad ocurre cuando aparece en Macondo la peste del insomnio, que sólo encontrará una cura con la llegada de Melquíades. En la canción de Guillermo Buitrago una peste también ronda el Caribe, en especial los territorios del César y la Guajira, las regiones más próximas al Macondo de Gabo.

 

De Villanueva, Urumita y el Valle

desde La Paz, Molino y San Diego

por allí se consigue buen enfermo

y la peste ha llegado hasta Manaure

 

8. El pirata de Loperena (Rafael Escalona)

 

En Cien años de soledad se cuenta que José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán eran primos que habían terminado juntos luego de trescientos años de casualidades que empezaron cuando el pirata Francis Drake asaltó Riohacha. Con escalona surge otro pirata, pero de Loperena, que pasa rondando las murallas de Cartagena (otra ciudad donde Gabo ambientó muchas de sus historias).

 

No te extrañes que yo me haya desterrado,

y no camine por el barrio Loperena

te juro que vivo como el pirata, rondando,

la muralla de Cartagena

 

9. Francisco El Hombre (Luis Enrique Martínez)

 

Esta composición de Luis Enrique Martínez retoma la figura mítica de Francisco El Hombre, tal como también lo hace García Márquez en Cien años de soledad: “meses después volvió Francisco el Hombre, un anciano trotamundos de casi doscientos años que pasaba con frecuencia por Macondo divulgando las canciones compuestas par él mismo. En ellas, Francisco el Hombre relataba con detalles minuciosos las noticias ocurridas en los pueblos de su itinerario, desde Manaure hasta los confines de la ciénaga…”.

 

Francisco el hombre fue el hombre

de la puya y el merengue

sólo ha quedado el renombre

de su historia y sus saberes

 

10. La Diosa Coronada (Leandro Díaz)

 

Fueron varias las parrandas que Leandro Díaz vivió junto a García Márquez. El compositor y el escritor se tenían una admiración mutua. Tanto así que “La Diosa Coronada” terminó siendo el apodo con que Florentino Ariza, personaje de El amor en los tiempos del cólera, llamaba a su enamorada Fermina Daza. La novela también tiene como epígrafe dos versos del juglar vallenato.

 

En adelanto van estos lugares

ya tienen su Diosa Coronada

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