Cuento de Maryam Megat Florez con máximo reconocimiento en ¡Todos a escribir!

El colegio en casa

Esta historia alcanzó mención de honor por parte del jurado de ¡Todos a escribir! Historias en los tiempos de la cuarentena por su buen manejo del lenguaje, así como por su capacidad de llevarnos a nuevos planetas sin salir de la casa. 

Redacción Centro Gabo
04 de Agosto de 2020
Relato escrito por Maryam Megat Flórez, de 11 años, quien participó en ¡Todos a escribir! Historias en los tiempos de la cuarentena, actividad virtual de Centro Gabo y el Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones (MinTIC). Con esta historia, la niña consiguió mención de honor del jurado en la categoría para niños y niñas de 9 a 12 años
 
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Estábamos mi hermana y yo en las últimas horas de clase cuando las maestras nos dieron una noticia extraña: No volveríamos al colegio hasta que pasara un virus muy peligroso que estaba por todas partes. 
 
No lo entendí muy bien. Me alegré de momento porque serían como unas vacaciones, mi hermana menor cumpliría su sueño de estar siempre con mamá, pero al mismo tiempo sentí que extrañaría a mi maestra, mis compañeros y jugar fútbol en el recreo. 
 
Desde que llegamos ese día a casa han pasado muchos meses en los que no hemos podido salir. Extraño la brisa fresca, el verde de los árboles, jugar al bádminton y al fútbol al aire libre, rodeada de las risas de otras niñas y niños. Mi hermano bebé está siempre atento a la puerta con la esperanza de ir al parque, ya creo que ha desistido. 
 
El colegio ahora es en casa. Me gusta aprender con mamá. Aunque es la más gruñona de las maestras, con ella aprendemos mejor porque se preocupa para que entendamos todo a la perfección e investiguemos más. 
 
La rutina del colegio en casa se ha alterado. Ese virus invisible y sin forma concreta ha tocado a mi abuela, se ha llevado su calor, sus abrazos, sus arepas, sus pudines de coco, la sopa de queso. Es una tristeza que supongo es más fuerte en el encierro y en la soledad. 
 
Teníamos que ayudar a nuestros padres con una nueva materia del colegio en casa, la podríamos llamar tal vez: valores y humanidad. Mi hermana y yo hemos querido mostrar a nuestros padres todo lo bueno dentro de todo lo negro que nos ha traído el encierro: 
 
Estamos en casa y no en un hospital, fuimos responsables quedándonos dentro todo el tiempo. Aunque no pudimos proteger a mi abuela, está en nuestro corazón y esperamos encontrarnos con ella más adelante. Hemos estado mucho tiempo juntos, hemos encontrado nuevos intereses como escribir cuentos, memorizar, pensar en la fe y en el más allá, pensar que los seres que amamos son más importantes que los juguetes de plástico que deseamos, valoramos la familia, los amigos y la naturaleza. 
 
Ahora creo que el colegio en casa ha sido el mejor, mis padres han sacado un sobresaliente escuchando estas reflexiones y encontrando un poco de paz. Mi abuela siempre estaba preocupada por la educación, a ella le contaremos de este gran descubrimiento del colegio en casa. Sin duda nos ha hecho menos apegados a las cosas y más a las personas. 
 
Hace poco hemos podido salir de casa con mascarilla y distancia social. Hemos hecho nuevas amigas: Lucía, Luna y Claudia. Es muy extraño este atuendo de película de ficción, parecemos todos como llegados a un nuevo planeta donde el aire todavía no es apto para nosotros.
 
Mi abuela se ha quedado en el otro planeta mientras nos reencontramos. Siento en mi corazón que está bien, porque era muy buena y su familia lo era todo para ella. 
 
Hemos empezado a explorar este nuevo planeta con nuestros viejos amigos y nuestras nuevas amigas. Coincidimos que montar bicicleta al aire libre nos da una felicidad más intensa que antes, aunque nuestros padres ahora no pueden trabajar, hay menos comida y sabemos que no habrá ni viajes, ni vestidos o zapatos nuevos.
 
En este nuevo planeta eso parece no importar, hay una tristeza diferente y una felicidad nueva. El colegio en casa nos ha transformado y en el encierro nos hemos tallado -en una madera rústica y hermosa- una nueva llave para abrir puertas infinitas. Tenemos menos para comprar crispetas, así que sembramos berenjenas y tomates con semillas de nuestros vecinos.
 
Hemos entendido la soledad de El Principito y las novelas sobre el amor en tiempos de pandemias. Se escribirán nuevas novelas y diarios sobre este encierro en todo el mundo que nos ha mostrado que somos iguales en la adversidad y que existen muchas maneras de aprender y espacios infinitos para hacerlo. Mi preferido: la escuela en casa. 
 
Dice mi madre que el mejor oficio es contar historias y que la mejor habilidad es poder aprender por nosotros mismos. A veces necesitamos distraernos menos para ver todo lo que podemos aprender. En mi caso he memorizado poesía, he pensado en la muerte, he agradecido por estar sana, soy parte de la escuela en casa dándole ánimo a mis padres porque los adultos se angustian mucho en el encierro, nosotros los niños tenemos que enseñarles que ser feliz es muy fácil si tenemos una familia que nos arrope en el frío, calor extremo, fatiga, hambre y soledad. 

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