Aquellos años del boom

Aquellos años del boom, de Xavi Ayén: entre la anécdota, la revisión histórica y el análisis del campo literario

Reseña crítica sobre una de las biografías más recientes en torno a García Márquez y otras figuras del boom latinoamericano.
Orlando Oliveros Acosta

En marzo de 1977, hacia el final de una entrevista emitida por la televisión pública española, el periodista Joaquín Soler Serrano le preguntó a Julio Cortázar cuál era su opinión sobre el boom latinoamericano. El escritor argentino respondió, entre otras cosas, que el boom había sido un estallido orquestado por el azar que permitió un encuentro más grato entre España y América Latina. “Después de un largo período de distancia nos volvemos a enlazar. Ya no necesitamos a Hernán Cortés ni a Pizarro, esos que crearon las diferencias, ya somos un solo conjunto unido por un idioma y ojalá que por un mismo destino histórico”.

Casi cuatro décadas más tarde, una idea muy parecida resurge en el anecdotario y los argumentos históricos que rigen la trama de Aquellos años del boom. García Márquez, Vargas Llosa y el grupo de amigos que lo cambiaron todo. Publicada en mayo de 2014 por la editorial RBA, y con una extensión de 876 páginas, esta biografía sitúa a Barcelona como un escenario imprescindible para el desarrollo de la literatura latinoamericana y desde el cual es posible entender las razones del auge y el declive del boom. Su autor, el periodista catalán Xavi Ayén, fue galardonado en el 2013 con el Premio Gaziel de Biografías y Memorias por esta investigación que le llevó diez años culminar.

Aquellos años del boom tiene la particularidad de que puede ser leído como un compendio de curiosidades sobre los protagonistas de la movida literaria iberoamericana de la segunda mitad del siglo XX y también como una cartografía minuciosa del campo literario en idioma español para el período comprendido entre principios de los años 60 y finales de los 70. La primera lectura convierte a Barcelona en un personaje que participa activamente en los acontecimientos literarios en los que Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa son ejes determinantes. Si bien de los 25 capítulos del libro sólo uno está exclusivamente dedicado a la capital de Cataluña (el número 3, “Historia de una ciudad”), los 24 restantes se supeditan, en mayor o menor medida, al rastro barcelonés. Ayén parece reafirmar la premisa de Cortázar sobre un boom que vincula a América Latina con España, sólo que esta vez el territorio de acción se ha centrado en Barcelona, sin llegar al extremo de negar la importancia que tuvieron otras ciudades como Madrid, Buenos Aires, México D.F, Caracas y París. Como consecuencia, a la historia del boom pueden faltarle algunos análisis y sucesos de interés que hayan ocurrido por fuera de la Ciudad Condal, no obstante eso no le quita autoridad al libro y mucho menos reduce la soberanía de Barcelona como la urbe central del boom en cuya onda gravitacional van transitando diversos escritores y poetas latinoamericanos.

Es pertinente aclarar que este compendio de curiosidades no se restringe a la enumeración y la repetición de sucesos, entrevistas y anécdotas, sino que su valor es más amplio porque también lleva a cabo un proceso de revisión histórica. El caso de García Márquez es el más notable, debido a su tendencia a dejar pistas falsas sobre su vida en cada entrevista. Los capítulos 2 (“Gabriel García Márquez, el gran estallido”), 23 (“Gabo y Mario. Historia de un fratricidio”) y 24 (“¿Y luego?”) están dedicados al escritor colombiano. En ellos se contrastan las distintas fuentes biográficas sobre el autor de Cien años de soledad y se revelan (o cuestionan) sus posibles imprecisiones. Ensayos como Historia de un deicidio, de Mario Vargas Llosa; la autobiografía de Gabo, Vivir para contarla; y biografías como El viaje a la semilla, de Dasso Saldívar; y Gabriel García Márquez, una vida, de Gerald Martin, son retroalimentados con nuevas versiones de hechos que distan de los aceptados canónicamente. Así, por ejemplo, se polemiza, vía Saldívar, la hipótesis que sostiene Martin –influido por Gabo, que la cuenta en sus memorias– sobre la fecha del viaje a Aracataca que realizó García Márquez en la década de los 50 y que determinó su carrera como novelista (Martin afirma que fue en febrero de 1950, antes de que se escribiera La hojarasca; Saldívar que en marzo de 1952, cuando ya La hojarasca estaba adelantada); o se enfrentan las múltiples fechas en las que empezó a escribirse Cien años de soledad (Vargas Llosa dice que fue en enero de 1965; Martin que en julio y García Márquez que en octubre). Discusión valiosa al momento de relacionar la novela con su contexto de producción o sus travesías contractuales con las editoriales.

Esta revisión histórica es incentivada por la conclusión que hace el mismo Ayén de que el realismo mágico empleado en la ficción de Gabo se ha desbordado hacia la realidad debido a un cierto gusto del escritor por la “ocultación” y la fabulación de su propia vida. Así mismo, la sensibilidad del autor hacia las imprecisiones biográficas surge como consecuencia de la memoria fragmentada de García Márquez por culpa de una enfermedad neurológica que lo acompañó hasta sus últimos días. Por ambos motivos, uno de los propósitos argumentativos del libro consiste en “desbrozar esos matorrales memoriosos, en la medida de lo posible, de toda fantasía”.

Por otro lado, Aquellos años del boom puede ser leído como un documento sobre las dinámicas simbólicas dentro del campo literario en español durante la década de los 60 y los 70, pues cuenta con una detallada historia en torno a las interacciones entre editoriales, editores, escritores, agentes literarios, periodistas, medios masivos de comunicación, académicos y lectores iberoamericanos a lo largo del siglo XX. Leyendo las estrategias contractuales de las editoriales, como Sudamericana, Era o Seix Barral, los métodos de negociación de Carmen Balcells, las comunicaciones epistolares entre García Márquez, Vargas Llosa, Cortázar y Fuentes, el oficio literario de otros escritores contemporáneos al boom que estuvieron en un segundo plano, las reseñas críticas y artículos de prensa, el funcionamiento de los congresos de literatura y de los premios literarios, uno podría determinar las lógicas y los paradigmas con los que se elaboraron las normativas del campo literario de la época, así como ahondar en los misterios sociales, estéticos y económicos por los cuales los escritores del boom siguen brillando en el panorama de las letras hispánicas, muchas veces por encima de sus precursores y epígonos. Sería como viajar en el tiempo para contemplar las instituciones que se disputaron la lucha por el capital simbólico que brota entre quienes estrechan lazos alrededor de la literatura.

En síntesis, podría afirmarse que el texto de Ayén conserva una vocación interpretativa dual que va desde la anécdota y la pesquisa histórica hasta la puesta en escena del campo literario donde prosperó el boom, en el sentido estricto de la sociología. Sin embargo, esto no significa que los lectores no puedan descubrir en el libro otro tipo de lecturas, sobre todo por la cantidad de información (incluyendo fotografías) que la biografía ofrece para su comprensión, con 47 páginas de notas y 25 páginas de índice onomástico.

Aquellos años del boom no pretende ser un texto de crítica literaria o un tratado de sociología, pero puede servir como fuente confiable para la academia. La narración de Ayén es fluida, con saltos en la cronología que mantienen al lector atento y que podrían ser considerados como guiños técnicos a cierta estética del boom. Leerlo es imprescindible para llevar a cabo un debate actualizado sobre el pasado, el presente y el porvenir de la literatura latinoamericana.

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