Según Schwab, la cuarta revolución industrial tiene características diferentes a las anteriores: más que un nuevo estrato tecnológico generado por alguna nueva forma de energía o de transferencia de información, la era en la que estamos entrando se caracteriza por una “fusión entre tecnologías y su interacción a través del dominio físico, digital y biológico”. La 4RI comienza cuando lo digital se cruza con la nanotecnología, la genética dialoga con la computación cuántica y el Big Data, y la inteligencia artificial (IA) se mezcla con la internet de las cosas (idC) o las fuentes renovables de energía.
Sin embargo, como lo reseña Scolari, Schwab considera que no existe una infraestructura política o de liderazgo a escala global capaz de procesar lo que se viene ni mucho menos de gestionarlo; también apunta a la falta de una narrativa que permita visualizar los desafíos y oportunidades que se perfilan al horizonte.
Esta revolución tiene al menos tres diferencias respecto a las anteriores, según un reciente informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
“Es muy gratificante ver que, desde la publicación de mi libro de 2016, (…) hemos comenzado a cambiar la forma en que hablamos sobre la tecnología y su impacto en el mundo”, sostiene el presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial. Sin embargo, “el desafío es que no disponemos de una década para cambiar lentamente la mentalidad antes de actuar sobre los retos de la cuarta revolución industrial”.
La velocidad, la escala y el alcance del cambio, junto con el hecho de que los empresarios, las empresas y los legisladores ya están creando reglas, normas, técnicas e infraestructura en torno a las nuevas tecnologías, significa que en diez años será demasiado tarde.
“Nuestra comprensión de las revoluciones industriales anteriores es que, si bien crean una enorme riqueza y oportunidad, también crean un daño significativo: muchas personas se pierden por completo sus beneficios, y son las poblaciones con menos voz o poder las que experimentan las consecuencias más negativas”, aclara Schwab en el portal del FEM.
Por lo tanto, no es bueno dejar la evolución de nuestro futuro tecnológico al azar, o confiar en que las fuerzas del mercado crearán el futuro que queremos. Por el contrario, necesitamos hablar, pensar y actuar hoy.
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