Once frases del escritor colombiano en torno a su lengua materna.
El 26 de marzo del 2007, durante el acto inaugural del IV Congreso Internacional de la Lengua Española, el escritor colombiano Gabriel García Márquez afirmó que los millones de personas que habían leído Cien años de soledad hasta la fecha no eran una prueba del éxito de su libro, sino del éxito de la lengua castellana y su embrujo en los lectores. “Hay una cantidad enorme de personas dispuestas a leer historias en lengua castellana, y por lo tanto un millón de ejemplares de Cien años de soledad no son un millón de homenajes al escritor: es la demostración de que hay millones de lectores de textos en lengua castellana esperando, hambrientos, de este alimento”, dijo Gabo en su discurso.
Esta hambre por el idioma y la imaginación García Márquez intentó saciarla con más de una docena de cuentos, novelas, crónicas y reportajes en los que se evidenciaba un tratamiento especial de la lengua, donde los diálogos de las historias de ficción tenían una constitución distinta a los de la oralidad y donde los arcaísmos y la sintaxis protagonizaban un papel fundamental en la trama de la narración o la visión del mundo del autor.
Compartimos contigo once reflexiones de Gabo sobre la lengua castellana, su importancia, sus alcances y sus límites.
El castellano hablado anda por la calle, en cambio al castellano escrito lo tienen preso desde hace varios siglos en ese cuartel de policía del idioma que es la Academia de la Lengua. Tratar de liberarlo, reduciendo cada vez más la distancia entre el castellano escrito y el castellano hablado, es una tarea en que debemos empeñarnos los escritores de lengua castellana, y en la que de hecho estamos empeñados los novelistas latinoamericanos.
“Entrevista con Gabriel García Márquez”.
Libre, mayo de 1972.
El diálogo en lengua castellana resulta falso. Siempre he dicho que en este idioma ha habido una gran distancia entre el diálogo hablado y el diálogo escrito. Un diálogo en castellano que es bueno en la vida real no es necesariamente bueno en las novelas.
El olor de la guayaba, 1982.
El problema más difícil de resolver en la práctica es el lenguaje. Los escritores de lengua castellana, los de aquí y los de allá, no conocemos ya ni siquiera los nombres verdaderos de las cosas. El nuestro es un idioma fabulosamente eficaz, pero también fabulosamente olvidado.
“Gabriel García Márquez”.
Ínsula, junio de 1968.
No puede decirse en qué lugar se habla un mejor español, porque no hay un castellano, sino muchos.
“Nos entenderemos aunque sea en español”.
Cambio 16, mayo de 1988.
Los colombianos decimos que hablamos el mejor castellano del mundo, pero eso es una tontería. La lengua que conservan las academias es una lengua de clase. Hay ciertas casas elegantes de Bogotá que tratan de conservar el castellano más puro del Siglo de Oro y resulta que esto es maravilloso para sus visitas, pero no les sirve para comprar nada en la tienda.
“Nos entenderemos aunque sea en español”.
Cambio 16, mayo de 1988.
El español más expresivo es el de México, que es, al mismo tiempo, el más impuro. Los mexicanos hicieron una mezcla del español y del náhuatl precolombino, con el resultado de que no aprendieron del todo el español ni se les olvidó del todo el náhuatl. Así nació el mexicano, que es un idioma más expresivo que los demás porque en ciertos casos encierra dos lenguajes. Me explico, como los mexicanos son muy púdicos, han creado un lenguaje que protege al otro. Es el lenguaje del pudor, en que ciertas expresiones inofensivas guardan la clave de otras más vivas y más directas.
“Nos entenderemos aunque sea en español”.
Cambio 16, mayo de 1988.
No hablemos más por separado de literatura latinoamericana y de literatura española, sino simplemente de literatura en lengua castellana. Esta división se hacía hace poco entre los propios países de América Latina, y ha sido olvidada ante la aparición simultánea e inexplicable de buenos novelistas en la mayoría de nuestros países.
“Gabriel García Márquez”.
Ínsula, junio de 1968.
Dentro de cien años la América Latina será la América Latina de Bolívar: una unidad regional afirmada sobre los valores de cada país. Hasta el Brasil se habrá entregado del todo a esa América Latina y su portugués será una de las lenguas hermanas de la región. A pesar de las diferencias existirá un castellano con el que nos entenderemos todos. Y, en cuanto a España, no hay razones para alarmarse, porque con ella nos hemos entendido siempre; incluso en español, y acabaremos entendiéndonos también dentro de cien años.
“Nos entenderemos aunque sea en español”.
Cambio 16, mayo de 1988.
El español tendrá el destino del latín: ser madre de idiomas. Conozco muy bien América Latina y dirijo en Cuba un taller de cine donde hay siempre un alumno de cada país hispánico de este continente. Pues bien, uno de ellos me dijo hace poco que hablo un esperanto latinoamericano. Tenía razón: como conozco todos los acentos, tengo el cuidado de hablar de manera que todos mis alumnos me entiendan.
“Nos entenderemos aunque sea en español”.
Cambio 16, mayo de 1988.
Excluyendo las grandes obras maestras, prefiero leer una traducción mediocre que intentar leer algo en la lengua original. Nunca me siento cómodo leyendo en otra lengua, porque solo me siento verdaderamente compenetrado con el castellano. Sin embargo, hablo italiano y francés, y sé suficiente inglés como para haberme envenenado con la revista Time todas las semanas durante veinte años.
“Gabriel García Márquez”.
The Paris Review, 1981.
No puede negarse que en América Latina existe una fuerte presencia de la cultura española, junto con la cultura portuguesa en el Brasil. Se encuentra en todas las manifestaciones de la vida y el castellano es el idioma que hablamos. Es un elemento de una gran riqueza, pero al mismo tiempo controvertido y despreciado muchas veces. Aunque esa herencia también forma parte de nuestra personalidad cultural, hay en Latinoamérica una falsa vergüenza por todo lo español que me parece excesiva y peligrosa y nos complica las cosas. Al contrario, yo me siento muy orgulloso de contar con este aporte y no me avergüenza en absoluto.
“Entrevista. Gabriel García Márquez”.
El Correo de la Unesco, octubre de 1991.
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