Un decálogo de canciones de música vallenata que el escritor colombiano disfrutaba escuchar.
Cuando Gabriel García Márquez dijo que su novela Cien años de soledad no era otra cosa que un vallenato de 450 páginas estaba confirmando lo que otros lectores del Caribe colombiano ya habían pensado: que la saga de la familia Buendía y el rosario de historias de Macondo eran una forma escrita de contar lo que cantaban los juglares vallenatos al son del acordeón.
De modo que más allá de Virginia Woolf, Franz Kafka, Juan Rulfo y William Faulkner, a García Márquez lo influyó el vallenato. El 13 de mayo de 1985, en una entrevista concedida a la revista Semana, el escritor le confesó a la periodista María Elvira Samper que los tres vallenatos que más le gustaban eran “La gota fría”, de Emiliano Zuleta, “La diosa coronada”, de Leandro Díaz, y la “Elegía a Jaime Molina”, de su gran amigo Rafael Escalona. El 5 de diciembre de ese mismo año, día en que publicó por primera vez El amor en los tiempos del cólera, sus lectores advirtieron que el epígrafe que daba inicio a aquella novela eran dos versos de la mencionada canción de Leandro Díaz:
En adelanto van estos lugares:
ya tienen su diosa coronada
La “Elegía a Jaime Molina” la entonó a todo pulmón en cada parranda en la que fue interpretada por los conjuntos vallenatos. Cuentan sus amigos que cuando fue jurado del Festival de la Leyenda Vallenata en 1992, Gabo empezó a cantarla en mitad de las deliberaciones y que Luis Enrique Martínez le hizo los coros.
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