Una reflexión en clave cinematográfica de las relaciones entre Gabriel García Márquez y cine.
“…No solo se me grababa muy bien la película que había visto, también me preocupaba y esmeraba en recordarla, al día siguiente yo le contaba (a su abuelo) la película completa, punto por punto”. Gabriel García Márquez retuvo toda clase de imágenes, de todos los estrenos que, entre los cinco y los siete años vio con su abuelo en el cine Olympia. Cuando se lo cuenta a Gerald Martin, seis décadas después: “(la imagen) más vívida, y que se repite siempre: el viejo que lleva al niño de la mano”, su memoria, como un filme interior construye con un plano y un contraplano, una imagen en movimiento.
En 1991, conversando con Akira Kurosawa, Gabo le pregunta: “¿Lo primero que le viene a la cabeza es una idea o una imagen?” y Kurosawa le contesta: “No puedo explicarlo muy bien pero creo que todo empieza con una serie de imágenes dispersas…”.
“Al encuadrar una imagen, el fotógrafo no sólo selecciona lo real; agrega una presencia invisible pero fácil de advertir: su manera de mirar (ver). Tal es la enseñanza de Gabriel García Márquez.” Escribe Juan Villoro, en su contribución para Gabo Periodista.
Analizar con su mirada, es examinar, analizar, percibir. Ver, no es un fenómeno meramente sensorial, señala Arnheim, es ya un acto de inteligencia. El primer precepto de Gabriel García Márquez debía ser el de saber ver, apunta Jaques Gilard, en su prólogo a Entre Cachacos. Obra periodística 2.
Gabriel García Márquez cuenta con su agudo sentido de la observación y esa aptitud para captar verdades que exigía y aprendía del cine: “el enfoque humano y la verdad en primer plano”. El periodista, el escritor y el cineasta operan en él como vasos comunicantes. Ha madurado su mirada del cine y quiere estrechar esa relación. En el otoño de 1955, en el número 1524 de la Vía Tuscolana sube las escalinatas del Centro Sperimentale di Cinematografía. Observa, busca y encuentra. Con la Dotoressa María Rosada descubre una asignatura y una llave: el montaje, que más allá de la actividad técnica, expresa la capacidad de estructurar de la inteligencia humana, recurriendo a la mirada, al movimiento o la memoria. Abrir links que cambian el tiempo, el espacio o el ángulo de la mirada, diría hoy Alessandro Baricco.
Cuando le falta una palabra para construir una “escena” de su relato, Gabo avanza más allá de la estructura del macro-montaje. Cuenta con un sustantivo: el doliente y dispone del verbo condoler. No hay una palabra para quien da el pésame. Una figura ausente que debe ser nombrada para componer su plano. Gabo crea el sustantivo condoliente y la imagen aparece dentro plano o el contraplano. “García Márquez, un gallero al diccionario”, trabajo de Orlando Oliveros Acosta para la Fundación Gabo que recoge su intensa relación con los diccionarios para encontrar -y discutir- acepciones, o crear las palabras que necesita; puede leerse, también, como la incorporación del micro-montaje en las minuciosas búsquedas de Gabo, en las que dialogan la palabra y la imagen.
Un recorrido que orbita en torno a otro enigma que persigue: “Lo que más me importa en este mundo es el proceso de la creación… Desde que empecé a impartir estos talleres he oído innumerables grabaciones, he leído innumerables conclusiones tratando de ver si descubro el momento exacto en que surge la idea. Nada. No logro saber cuándo es”. Explicará a sus estudiantes en uno de sus Talleres en la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV), para certificar su deseo: “A ver si un día podemos sistematizar el proceso del gran misterio de la creación…”
Gabo no dejará de pensar, revisar -y profundizar- su relación con el cine, durante los casi ocho años de su estancia en Barcelona.
Poco más de una década después, de su partida de Barcelona, Gabo ya preside una iniciativa cubana y latinoamericana: la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, que pone en marcha la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños.
En 1989 le dice a Patricia Castaño cuando lo entrevista para el documental “Tales Beyond Solitude” de Holly Aylett: “El cine que tratamos de hacer ahora es nuestro cine, el cine de nuestras vidas, no de nuestras viditas de cada país: las vidas del continente…” Y advierte “Si yo me negara a utilizar en ello mi tiempo libre, mis posibilidades de acceso y mis recursos…prácticamente merecería ser borrado de la historia”.
Cuando se habla de Gabo y el cine, las miradas se dirigen, con insistencia, a las películas que el cine atrapó -con legítimo deseo y empeño- de su obra literaria.
Cambiar la dirección de la mirada. Desde la Fundación Gabo y la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano se trabaja para revelar el amor correspondido: atenderse y amarse recíprocamente -en la sexta acepción del diccionario de la lengua española-, con un convencimiento: hay que mirar a GABO para encontrar a GABO CINEASTA.
Cuatro poemas que escribió Gabriel García Márquez durante su juvent...
Un decálogo del escritor colombiano sobre la histórica ciudad del C...
Un fragmento apócrifo de Cien años de soledad atribuido a Gabriel G...
©Fundación Gabo 2024 - Todos los derechos reservados.