¿Qué significó Cien años de soledad para los ganadores y finalistas del Premio Gabo?

Esto nos contaron los ganadores y finalistas.
Por:
Redacción Centro Gabo
Desde 1967, cuando se publicaron los primeros 8.000 ejemplares de Cien años de soledad en Buenos Aires, la novela de Gabriel García Márquez fue calificada como un clásico instantáneo. Durante estos 50 años esta obra no solo ha sido traducida a más de 40 idiomas y ha sido leída por millones de personas, sino que ha servido de inspiración y referente para escritores y periodistas en todo el mundo.
 
Algunos de los ganadores y finalistas del Premio Gabo en sus cuatro ediciones nos contaron qué significó para ellos la lectura de la obra más universal del nobel colombiano. 

 

Alejandro Almazán, ganador de Texto en 2013

 
 
“Cien años de soledad le recuerda al lector que todo mundo tiene su Macondo. El mío es un barrio arrumbado al oriente de la Ciudad de México. Allá ocurrían historias salvajes, pero también sucedían otras que carecían de sentido. Y esas siempre fueron las más inquietantes. En ese barrio mi familia echó raíz, en los tiempos en que volaban mariposas, antes de que llegaran las balas. Cien años de soledad es un viaje al realismo mágico de nuestra propia historia”.
 

Maria Laura Chang, finalista de Cobertura en 2016

 
 
“Cien años de soledad fue la primera novela que leí dos veces. Fue además, la primera novela que me enredó en la historia a tal punto de sentirla mía. Macondo no era Macondo, era cualquier pueblo de América Latina y eso me encantaba. De ella me llevo la fortaleza y templanza de los personajes femeninos: Úrsula, Remedios, Santa Sofía de la Piedad, Amaranta y Rebeca. Gracias, Gabo”.
 

Pablo Piovano, finalista de Imagen en 2016

 

 
“En mi adolescencia tomé de la biblioteca una vieja edición desvencijada y con tapa roja de Cien años de Soledad. Con ese libro me deleité y en cada página se incrementaba una rara sensación de íntima expansión. A los pocos meses de haberlo terminado, en mi colegio secundario nos lo dieron como lectura obligada. Lo volví a disfrutar otra vez y la figura de Gabo se ancló como un ejemplo enorme de creatividad. El ejemplo de que todo es posible. Ese libro fue mi verdadero debut con la literatura, un encuentro estremecedor con el amor. Con lo que puede nombrarse aunque no tenga medidas”.
 

Javier Sinay, ganador de Texto en 2014

 

 
“En ​Cien años de soledad encontré por primera vez la conjugación del juego imaginativo y de la ambición narrativa. Leí el libro en el colegio secundario, a los 15 años, y fue para mí un descubrimiento importante porque me llevó a leer otras novelas de Gabo y, luego, de sus compañeros del boom latinoamericano. Pero la magnitud de esa novela, y lo cautivante de su trama, casi no lo he vuelto a ver en las otras páginas del boom”.
 

Sabrina Duque, finalista de Texto en 2015

 

 
“Leí Cien años de soledad a los once años: estaba en la estantería y en casa no había edad para los libros. A los once, Cien años de soledad me enseñó sobre las finitud de la vida, los tabúes, las  pasiones, las guerras, la lujuria, la opresión, la tristeza del olvido, la belleza cotidiana, la magia escondida en el mundo. Con los años, encontré muchas otras lecturas, imágenes y lecciones.  Como cuando tengo un problema para describir alguna escena, vuelvo a esas imágenes hermosas de las cuales está llena la novela, como ascender al cielo entre sábanas recién lavadas, el baño amoroso repleto de mariposas amarillas o combatir el olvido poniéndole nombres a las cosas y escribir sobre una vaca que hay que ordeñarla cada día para ponerle la leche al café. Leer y releer esos pasajes me ha ayudado a desatar los nudos de mis historias, en esos momentos en que las palabras huyen de mí”.
 

Eduardo Suárez, ganador de Texto en 2014

 

 
“Cien años de soledad es uno de los mejores libros que he leído. Destacaría sobre todo cómo un libro de ficción (y de ficción mágica) puede describir la realidad de un territorio de una forma tan fidedigna. Las supersticiones, los personajes, las hazañas de esos habitantes de Macondo nos transportan a un lugar que no está en los mapas pero que es profundamente real”.
 

Olga Lucía Lozano, ganadora de Innovación en 2013

 

 
“Creo que la última frase de la novela es magistral: “porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra”. En particular porque cuando se lee, se quiere volver a leer la novela entera y todo lo que venga. No es un final, es apenas un nuevo comienzo. Así que más allá del contenido, es el reflejo que en ella queda de las ventanas abriéndose para colarse en otras historias”.
 

Laura Weffer, ganadora de Cobertura en 2014

 

 
“Desde la primera frase es imposible soltar la obra, separarse de ella. La leí por primera vez cuando tenía 16 años y a lo largo de mi vida la he leído tres veces más. Es mi consentida”.
 

Mónica Baró, finalista de Texto en 2016

 

 
“Cien años de soledad nunca ha dejado de inspirarme. Tengo varios fragmentos marcados que a cada rato leo y vuelvo a leer. Y siempre experimento cosas distintas. Me asombra mucho la manera en que narra las escenas de sexo entre sus personajes. Son narraciones impecables. Hay momentos en que necesito cerrar el libro y darme tiempo para asimilar la belleza de las imágenes que logra y dejar que  la lectura se me asiente en la cabeza. No es una obra para leer con prisa sino para habitar. Es muy sensorial. Ciertamente, mágica. Me hace imaginar”.
 

Diego Erlán, finalista de Texto en 2013

 

 
“Cien años de soledad es la exuberancia en forma de novela. Un retrato de la historia del continente donde confluyen dictadores y revolucionarios, amores desesperados y epopeyas míticas y una carga de capricho y violencia inusitada. En esa sucesión initerrumpida de acontecimientos, donde no hay un resquicio de paz, García Márquez consiguió convertir en mito un territorio contradictorio y fascinante”.
Foto tomada de La Gaceta.
 

Sobre Memoria Colectiva

 
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