Los diversos rostros del Caribe que el escritor colombiano detalló en entrevistas y discursos.
En este continente de la América Latina hay un país que no es de tierra, sino de agua, que es el Caribe.
“El empleo de ser famoso”. Radio Habana, julio de 1976.
El Caribe es una región en la que se da una perfecta simbiosis –o se da más claramente que en otras partes del mundo– entre el hombre, el medio natural y la vida cotidiana. Viví en un pueblo olvidado de la selva calurosa en la ciénaga caribeña de Colombia. Allí, el olor de la vegetación descompone los intestinos. Es una realidad en la que el mar tiene todos los azules imaginables, los ciclones arrastran las casas por los aires, los pueblos subsisten bajo el polvo y el calor invade todo el aire respirable. Para el habitante del Caribe las catástrofes naturales y las tragedias humanas son el pan de cada día. Y en medio de ese mundo existe además la fuerte influencia de las mitologías traídas por los esclavos, mezcladas a la mitología de los indios del continente y a la imaginación andaluza. Eso ha producido un espíritu muy peculiar, una visión de la vida que da a todo un aspecto maravilloso, y que aparece en mis novelas. Es el lado sobrenatural que tienen las cosas, una realidad que, como en los sueños, no está regida por leyes racionales.
No hay nada de lo que haya escrito que no esté en la realidad. Lo que hago es transmutar poéticamente la realidad. Mucha gente dice que tengo una gran imaginación, pero para los que viven en estos pueblos del Caribe saben que esa imaginación es la verdad de esa realidad.
Mi color preferido es el amarillo del mar Caribe a las tres de la tarde en Jamaica.
Al evocar a los caribes, no puedo menos que volver a pensar en esos momentos de mi infancia en que se buscaba el cuerpo de un ahogado. Se colocaba una vela prendida dentro de media calabaza sobre el río. De eso me acuerdo. Tenía siete años, y seguía desde la ribera la vela que vacilaba de una orilla a otra, al hilo del agua. Aquella terminaba por girar en redondo sobre un punto preciso. Allí se encontraba el ahogado. Se le sacaba del agua como un pez enorme. Hoy pienso que los caribes son ese punto en que se detiene la vela después de haber ido a todas partes. Allí se encuentra todo: los indígenas, los negros, los chinos que han traído su cocina, los árabes, los europeos, los obreros del Canal de Panamá.
No conozco a nadie en el Caribe que no sea supersticioso.
Regularmente he dicho que Cien años de soledad es un vallenato de 500 páginas, y eso no es un chiste, no es mamadera de gallo. La verdad es que el mensaje de Cien años de soledad se transmite por un método semejante al de los vallenatos, que es el de la crónica Caribe.
En cuanto a la patria, diré que me siento nativo de todos los países de América Latina. Solo de ellos y de ningún otro. Aunque en el Caribe me siento más en casa.
¿Tú sabes cuál es el problema del Caribe? Que todo el mundo se vino a hacer aquí lo que no podían hacer en Europa, y esa vaina tenía que traer sus consecuencias históricas. Los piratas, para que tengas un ejemplo, tenían en New Orleans un teatro de ópera y allí llevaban a sus mujeres que se hacían incrustar diamantes en la dentadura. ¡Te imaginas qué locura esa!
Una cosa curiosa que tiene el Caribe, y que yo siempre he observado, es el espacio que separa las cosas. Eso es lo que distingue al Caribe del resto del mundo. En un restaurante, las mesas están más separadas unas de otras que en cualquier otra parte del mundo. Es un frenesí del espacio.
A mí siempre me empieza la nostalgia por el sancocho, por la carimañola, por el bocachico, por la arepa de huevo... la arepa de huevo es algo absolutamente fantástico.
Me pongo a pensar la historia del Caribe y no es sino una larguísima sesión de intervenciones. Todo el mundo en el Caribe, todos los países en el Caribe han intervenido siempre los unos en los otros: las guerras de independencia se hicieron pasando de un país a otro y nunca hubo ese escándalo que hay ahora porque intervienen o porque no intervienen.
Colombia es un país que tiene un pie en el Caribe y otro en los Andes y el poder está en los Andes. Y la mayoría de los colombianos que gobiernan el país son de los Andes. Creo que lo que necesita Colombia es tener una conciencia de que es un país del Caribe, de que su destino está vinculado dramáticamente al destino del Caribe y que tiene que participar en los debates y soluciones que se buscan para el Caribe y no como un remoto país europeo que nos ve como algo que no le pertenece.
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