El reportaje de Gabriel García Márquez que multiplicó el tiraje y las ventas de El Espectador.
El lunes 28 de febrero de 1955, cuando se difundió por radio la noticia de que ocho marineros colombianos habían caído al mar desde la cubierta del destructor Caldas, todos los periodistas de El Espectador se congregaron en la sala de redacción para oír los pormenores de la tragedia. Guillermo Cano, el director, y José Salgar, el jefe de redacción, también acudieron al llamado del transistor. Escuchaban atentos y, mientras lo hacían, clavaban sus ojos en uno de sus reporteros estrellas: Gabriel García Márquez. Ambos sabían que el joven escritor colombiano, por entonces autor de una sola novela (La hojarasca), era el candidato perfecto para contar esa historia. El mismo García Márquez era consciente de que, con aquel cruce de miradas, sería cuestión de tiempo para que el periódico le pagara un boleto de avión hacia Cartagena con el propósito de que redactara la primicia de los militares ahogados.
Sin embargo, los ánimos de Guillermo Cano se desinflaron poco después, luego de que el destructor Caldas arribara a las tres de la tarde a Cartagena sin más novedades que la pérdida de ocho de sus tripulantes cuyos cuerpos no habían podido recuperar. “Se nos ahogó la chiva”, le dijo el director a García Márquez. Por consiguiente, Gabo no viajó a cubrir el acontecimiento. En El Espectador se conformaron con los boletines que emitió el gobierno -en ese momento encabezado por el dictador Gustavo Rojas Pinilla- y no se habló más del asunto.
El interés resurgió el fin de semana, cuando la Armada Nacional comunicó que Luis Alejandro Velasco, uno de los ocho marineros, había llegado a una playa de Urabá después de haber sobrevivido diez días en una balsa a la deriva sin comida ni agua. “Todos estuvimos de acuerdo en que podía ser el reportaje del año si lográbamos tenerlo a solas, así fuera por media hora”, escribió García Márquez en sus memorias, Vivir para contarla.
Pero esa oportunidad jamás se dio. No mientras se mantuvo la novedad del acontecimiento. Antes de que García Márquez pudiera siquiera hablar con el náufrago superviviente, otros medios agotaron la noticia. Al menos la versión oficial que Velasco contaba bajo las indicaciones del gobierno. Un redactor de El Tiempo, por ejemplo, ingresó al Hospital Naval de Cartagena disfrazado de médico y logró obtener algunas declaraciones y dibujos hechos a mano sobre la posición del destructor Caldas en el momento en que cayeron los tripulantes. El corresponsal de El Espectador en Cartagena, Lácides Orozco, también mantuvo una breve entrevista en la que anotó lo mismo que Velasco les diría a numerosas cadenas radiales, periódicos y multitudes que se agolpaban en los eventos que organizaba la Marina.
Semanas más tarde, García Márquez entró cabizbajo a la sala de redacción y Guillermo Cano lo recibió con un grito alegre: “¡A ver qué chiva nos trae el gran Gabo!”, le dijo. El joven periodista, bastante seguro de que la historia del náufrago era un refrito conocido por todos, respondió: “Nada más que un pescado muerto”.
Esa perspectiva en torno a las anécdotas de Velasco fue todavía más sombría cuando Guillermo Cano le informó que estaba dispuesto a firmar un contrato con el náufrago con el objetivo de que le contara su aventura completa al periódico. “Ya no es un pescado muerto sino podrido”, dijo García Márquez, algo humillado por tener que elaborar un texto que ya no podía interesarle a nadie. O eso creía él entonces.
La primera nota del reportaje de García Márquez se publicó el 5 de abril de 1955. Fue el resultado de una entrevista de casi seis horas que Gabo tuvo con Velasco en su escritorio de El Espectador (Gerald Martin, biógrafo del escritor, afirma que ésa y las demás entrevistas tuvieron lugar en una pequeña cafetería de la Avenida Jiménez). Los periódicos se vendieron bien. La segunda nota tuvo igual suerte comercial. La tercera, en la cual se revelaba que los ocho marinos no habían caído al mar a causa de una tormenta sino por un exceso de carga mal estibada (que además era carga de contrabando), disparó las ventas y multiplicó los tirajes de las once notas restantes. En una ocasión, publicado ya el quinto capítulo, Cano le pidió a García Márquez que extendiera el relato y lo alargara, por lo menos, hasta los cincuenta capítulos. El joven escritor y periodista, sin embargo, alegó que el material daba únicamente para catorce entregas y se mantuvo firme en ese cálculo.
“La rebatiña para comprar el periódico en la puerta de El Espectador antes de que saliera a la calle era cada vez mayor”, escribió García Márquez en Vivir para contarla. “Los empleados del centro comercial se demoraban para comprarlo y leer el capítulo en el autobús. Pienso que el interés de los lectores empezó por motivos humanitarios, siguió por razones literarias y al final por consideraciones políticas, pero sostenido siempre por la tensión interna del relato”.
Tanto fue el éxito de aquel reportaje, que El Espectador decidió lanzar un suplemento especial el 28 de abril en el que se compilaba toda la historia. La publicación venía acompañada de la siguiente frase: “¡La mayor tirada jamás publicada por un periódico colombiano!”.
Quince años después, en febrero de 1970, la Editorial Tusquets reeditó el reportaje en forma de libro bajo el título Relato de un náufrago. A lo largo de los siguientes treinta y cinco años, afirma Gerald Martin en su biografía de García Márquez, se vendieron más de diez millones de ejemplares de esta obra. Una cifra que, en el 2022, ya ha aumentado considerablemente.
Una de las razones que justifican este éxito tan prolongado acaso haya sido mencionada por el propio García Márquez en 1996. Lo hizo durante un discurso titulado “Periodismo: el mejor oficio del mundo”, pronunciado en Los Ángeles el 7 de octubre durante 52ª Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa. Dijo, como evocando el “pescado podrido” del Relato de un náufrago: “la mejor noticia no es siempre la que se da primero sino muchas veces la que se da mejor”.
El pódcast ‘Relato de un náufrago’ es producido por la Fundación Gabo en alianza con RTVC Sistema de Medios Públicos de Colombia –a través de su plataforma de entretenimiento online RTVCPlay– y Podium Podcast de PRISA Audio. A partir del primer libro periodístico de Gabriel García Márquez se narra su viaje paralelo del periodismo a la literatura, y de Colombia a España, ambos totalmente decisivos en su carrera como escritor y su camino hacia el Premio Nobel, de cuya entrega se cumplen 40 años este 2022.
A lo largo de cinco episodios, esta producción sonora demuestra que la actualidad permanece en esta obra garciamarquiana, que llega a medio siglo de su publicación como libro este año, y es gracias a ella que podemos sumergirnos de nuevo en sus páginas, y explorarlo desde otras miradas y formatos.
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