Derecho

 

El 25 de febrero viaja a Bogotá y se inscribe como estudiante de Derecho en la Universidad Nacional de Colombia. Se pasa a vivir a una pensión de estudiantes costeños en el centro de Bogotá, en la calle Florián, cerca de la esquina de la Avenida Jiménez con carrera octava.
 

Poco interesado en las materias de su carrera, se la pasa hablando de literatura con su compañero de clase, Luis Villar Borda.

 

Pero al contrario de los que leí en el liceo de Zipaquirá, que ya merecían estar en un mausoleo de autores consagrados, éstos los leíamos como pan caliente, recién traducidos e impresos en Buenos Aires después de la larga veda editorial de la segunda guerra europea. Así descubrí para mi suerte a los ya muy descubiertos Jorge Luis Borges, D. H. Lawrence y Aldous Huxley, a Graham Greene y Chesterton, a William Irish y Katherine Mansfield y a muchos más.

Vivir para contarla

 

Jorge Álvaro Espinosa, un estudiante de derecho que me había enseñado a navegar en la Biblia y me hizo aprender de memoria los nombres completos de los contertulios de Job, me puso un día sobre la mesa un mamotreto sobrecogedor, y sentenció con su autoridad de obispo:

—Esta es la otra Biblia.

Era, cómo no, el Ulises de James Joyce, que leí a pedazos y tropezones hasta que la paciencia no me dio para más. Fue una temeridad prematura. Años después, ya de adulto sumiso, me di a la tarea de releerlo en serio, y no sólo fue el descubrimiento de un mundo propio que nunca sospeché dentro de mí, sino además una ayuda técnica invaluable para la libertad del lenguaje, el manejo del tiempo y las estructuras de mis libros.

Vivir para contarla

 

Comienza a forjar un grupo de amigos íntimos que tendrían gran influencia en su vida, entre quienes sobresalen Gonzalo Mallarino, Camilo Torres y Plinio Apuleyo Mendoza.

Su diversión en los desolados domingos consiste en embarcarse por las tardes en los tranvías que giraban sin cesar de la Plaza de Bolívar a la Avenida Chile y dedicarse a la lectura de poemas hasta cuando encendían las primeras luces nocturnas.
 

El 15 de abril muere, en Sucre, su abuela Tranquilina Iguarán Cotes, una maestra en el arte del relato oral de historias insólitas.
 

En julio colabora en la página literaria “La vida universitaria” del periódico La Razón, donde publica dos poemas: el 21, “Elegía a la Marisela: geografía celeste”; y el 22, “Poema desde un caracol’’.

 

En agosto uno de sus compañeros de cuarto Domingo Manuel Vega, le pone a disposición un libro determinante en su vida:

 

Vega llegó una noche con tres libros que acababa de comprar, y me prestó uno al azar, como lo hacía a menudo para ayudarme a dormir. Pero esa vez logró todo lo contrario: nunca más volví a dormir con la placidez de antes. El libro era La metamorfosis de Franz Kafka, en la falsa traducción de Borges publicada por la editorial Losada de Buenos Aires.

Vivir para contarla

 

Lo que constituye una experiencia determinante para la elección de su carrera como escritor. Al constatar que los hechos fantásticos podrían narrarse de una forma realista, sin muestras de conmoción sentimental, como lo hacía su abuela, abandona la poesía y se dedica a la narrativa. Lee desaforadamente a grandes narradores: Dostoievski, Tolstoi, Dickens, Flaubert, Stendhal, Balzac, Zola, Joyce, Borges, D.H. Lawrence, Huxley, Graham Greene, Chesterton y Katherine Mansfield, entre otros.

 

Bajo el influjo dominante de Kafka, escribe su primer cuento, “La tercera resignación”, el cual sale publicado el 13 de septiembre, con ilustración de Hernán Merino, en la página cultural Fin de Semana de El Espectador. Seis semanas después, el 25 de octubre, en el mismo espacio, publica su segundo cuento, “Eva está dentro de su gato”, con ilustración de Enrique Grau:

 

Buscando en mi memoria situaciones de la vida real para que una de las mujeres más bellas que conocí de niño me dijo que quería estar dentro del gato de una rara hermosura que acariciaba en su regazo. Le pregunté por qué, y me contestó: «Porque es más bello que yo». Entonces tuve un punto de apoyo para el segundo cuento, y un título atractivo: «Eva está dentro de su gato». El resto, como en el cuento anterior, fue inventado de la nada, y por lo mismo —como nos gustaba decir entonces— ambos llevaban dentro el germen de su propia destrucción.

Vivir para contarla.

 

Tres días más tarde, Eduardo Zalamea Borda, director de la página, en su columna diaria “La ciudad y el mundo”, firmada con el seudónimo de Ulises, saluda la aparición de un nuevo y notable escritor:

Los lectores de “Fin de semana”, suplemento literario de este diario, habrán advertido la aparición de un ingenio nuevo, original, de vigorosa personalidad. Dos cuentos se han publicado con la firma de Gabriel García Márquez, de quien no tenía ninguna noticia. Ahora me entero, por uno de los compañeros de redacción, de que el autor de “Eva está dentro de su gato”, es un joven estudiante de primer año de derecho, que aún no llega a la mayor edad. Me ha sorprendido no poco esta afirmación, porque se advierte en los escritos de García Márquez una madurez desconcertante, acaso prematura. Su discurso es nuevo y nos lleva a regiones inexploradas de la subconciencia sin necesidad de recurrir a lo arbitrario. Dentro de la imaginación puede pasar todo. Saber mostrar con naturalidad, con sencillez y sin aspavientos la perla que logra arrancársele, no es cosa que puedan hacer todos los muchachos de veinte años que inician sus relaciones con las letras. Con Gabriel García Márquez nace un nuevo y notable escritor.

 

En la revista Sábado Elvira Mendoza publica un reportaje en el que narra las dificultades que tuvo durante una entrevista con la declamadora Berta Singerman. Para García Márquez, “con el reportaje de Elvira tomé conciencia del periodista que llevaba dormido en el corazón y me hice el ánimo de despertarlo”.
 

En las vacaciones permanece en Bogotá, probablemente por falta de dinero para el viaje a  Sucre o con la intención de no enfrentar a su padre respecto a su mal desempeño en la universidad. Durante estas vacaciones escribe otro cuento: “La otra costilla de la muerte” .

 

Hitos históricos

 

Jorge Eliécer Gaitán conquista la jefatura del partido liberal. Se inicia la "Violencia". El novelista Rómulo Gallegos electo presidente de Venezuela. Somoza dictador en Nicaragua. Tratado de paz en París. La ONU aprueba el plan de reparto de Palestina. Tropas inglesas abandonan la India.  Independencia de la India, Pakistán y Birmania. Guerra de Indochina.

 

Hitos literarios y culturales

 

Manuel Zapata Olivella: Tierra mojada. Marzia de Lusignan: A la sombra de las parábolas. Álvaro Mutis: “Las imprecaciones de Maqroll El Gaviero”. N. Guillén: El son entero. Neruda: Residencia en la Tierra II. A. Césaire: Sol cuello cortado. A. Yáñez: Al filo del agua. Felisberto Hernández: Nadie encendía las lámparas. Enrique Labrador Ruiz: Carne de quimera. J. Steinbeck: La perla. Lowry: Bajo el volcán. Camus: La peste. Mann: Doctor Fausto. Moravia: La romana. Perez Prado internacionaliza el mambo. Visconti: La tierra tiembla. J. Huston:  El camino de la Sierra Madre. Rosellini: El amor. Welles: La dama de Shangai. Fundación de la UNESCO. A. Gide, Premio Nobel.

 

©Fundación Gabo 2024 - Todos los derechos reservados.