Tenía 13 años y cursaba 8vo grado en la Escuela Normal Superior Lácides Iriarte, de mi natal Sahagún-Córdoba, cuando la profesora de español, Rubi Rodríguez, nos mandó a hacer el trabajo más raro y entretenido de esos días: teníamos que elegir una noticia del periódico y transformarla en un relato, un cuento o algo que perteneciera al género narrativo.
Todos nos miramos y quedamos pensativos. Luego uno de mis compañeros dijo: "Que eso era para gente que era periodista".
La maestra lo miró y contestó: "Aquí cualquiera puede ser escritor, periodista o ambos".
Esas palabras hicieron eco en mis oídos y me propuse hacer el mejor de los trabajos. Elegí la noticia de un robo que ocurrió en un almacén de ropas. El título fue "La vanidad que trae diciembre" y contaba como dos chicos y una chica entraban a un almacén a robar la ropa de diciembre, pero el robo fracasó cuando la chica no se ajustó al plan de tomar una sola prenda y ella tomó tres pantalones y se los puso uno encima del otro. El guardia del almacén se le hizo extraño que la muchacha demorara tanto en el Vestier y que luego solo devolviera 2 pantalones de cinco que tomó.
Cuando entregamos el trabajo a la maestra y esta los calificó, el mío estuvo entre los mejores. Muchos otros pagaron para que se los hicieran. La cuestión es que no entendíamos para qué nos había puesto a hacer tal trabajo. Entonces una estudiante del curso se lo preguntó y la docente respondió: "Se me olvidaba decirles que deben leer una novela de nuestro Nobel de literatura, Gabriel García Márquez".
Muchos de mis compañeros resquebrajaron en reproches, pues eran apáticos a la lectura, algunos otros, como yo, estábamos animados con la idea. Yo sabía que sería interesante porque ya había leído dos de sus obras.
"¿Qué obra toca leer?", preguntó otro compañero.
"Crónica de una muerte anunciada", dijo la maestra, y continuó diciendo: "Después deben hacer un ensayo donde expliquen qué relación hallan en su trabajo pasado (el de la noticia) con la novela".
Leída la novela, quedé fascinado en definitiva de la literatura. Hice el trabajo y para mi orgullo, fue el mejor. La profesora me felicitó y estuvo tan contenta con todos, porque en general los trabajos fueron buenos, que terminó premiando al curso con la película de la novela. Pero no todo es felicidad, cuando la película terminó se puso de pie y dijo: "Para la próxima clase quiero que me presenten un trabajo donde hablen de las diferencias que hallaron entre lo que dice el libro, lo que vieron en pantalla y lo que ustedes imaginaban de cómo sería".
Y bueno, cómo era de esperarse de mi parte, me fui a mi casa contento por el premio y también con un poco fastidio por el trabajo. Yo quería leer otra novela de Gabo García Márquez.