Algunos estudios sugieren que la polarización tiene que ver más con la forma en la que funciona la mente de las personas que con su uso de las redes sociales. ¿Cómo superar ese obstáculo y entablar diálogos?
El argumento parecía claro: La gente tiende a seguir personas y cuentas que son afines a su forma de pensar. Por eso, los algoritmos de las redes sociales normalmente muestran contenidos periodísticos que son afines a las creencias políticas de sus usuarios. Eso hace que la gente solo entre en contacto con ideas similares a las propias, lo que explica la creciente polarización en muchos países y pone en riesgo el debate democrático.
Resulta que la cosa no es tan sencilla. Como reporta BBC Future, se han encontrado evidencias que muestran que los efectos de las redes sociales en la polarización no son tan claros, y que la explicación tiene más que ver con la psicología de los usuarios que con los medios que consumen.
Un estudio de 2016, realizado por el investigador Seth Flaxman del Imperial College de Londres, sugiere que las personas que leen sus noticias a través de las redes sociales no están ‘encerrados en sus propias burbujas. Por el contrario, acceden a contenidos con puntos de vista opuestos con una frecuencia mayor que quienes consumen sus noticias en los sitios web de los medios de comunicación.
Otros estudios también muestran resultados similares. Los algoritmos de recomendación automática de música están haciendo que las personas conozcan canciones que no necesariamente elegirían por sí mismas, lo que está haciendo que los diferentes usuarios tengan cada vez más gustos en común, según una investigación publicada en la revista Management Science.
Esto parece indicar que el problema no es que la gente esté aislada de las opiniones contrarias, sino la manera en la que las recibe. Como cuenta el artículo de BBC Future, es posible que los intentos para que la gente converse con personas que no piensan como ellos “puedan salir mal y llevar a más polarización”.
De hecho, las redes sociales sí podrían exacerbar la situación, precisamente porque ponen a los usuarios a enfrentarse frecuentemente a posiciones divergentes. Hay evidencia que indica que cuando eso ocurre, las personas normalmente se afianzan más en sus posiciones y se vuelven más hostiles a las posturas contrarias.
Hay evidencias de que nuestro cerebro está 'programado' para la polarización.
¿Por qué? Una teoría señala que cuando las personas definen sus opiniones políticas, sus cerebros se concentran en mantenerse en ellas; y otra dice que, cuando las personas muestran tolerancia o apertura, luego ‘se dan permiso’ de tener visiones cerradas o intolerantes.
De cualquier manera, el problema sigue siendo que es difícil dialogar en redes sociales. Parece que nuestros cerebros conspiran en contra de crear un diálogo constructivo. ¿Cómo conversar con personas de otro espectro político?
El politólogo estadounidense Robb Willer hizo un experimento prometedor. Midió cómo reaccionaban un grupo de liberales y conservadores estadounidenses a un argumento con el que, normalmente, no estarían de acuerdo: a los de izquierda intentó convencerlos de que el inglés debía ser la lengua oficial del país, y a los de derecha, de que el medio ambiente debía ser protegido.
La estrategia era apelar a lo que llamó sus ‘valores morales’, sus creencias más profundas: “los liberales tienden a apoyar valores como la igualdad, la justicia, el cuidado, y la protección contra el peligro más que los conservadores. Y los conservadores tienden a apoyar valores como la lealtad, el patriotismo, el respeto a la autoridad y la pureza moral más que los liberales”, dijo en una charla TED.
Lo interesante es que una causa conservadora puede defenderse apelando a valores liberales, y viceversa: se puede abogar por la protección al medio ambiente hablando de ‘mantener la pureza’ del ecosistema; y también es posible abogar por una lengua oficial diciendo que esa medida promueve la justicia y la igualdad. Willer encontró que, así, las personas se convencen de ideas que normalmente no tendrían. Pero más importante, que están dispuestas a escuchar posiciones contrarias sin rechazarlas antes de pensar sobre ellas.
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