1955

La hojarasca

La hojarasca

 

Se incorpora a una célula del Partido Comunista Colombiano. El 22 de febrero con motivo de la inauguración de la exposición no impresionista en las Galerías de Arte “El callejón” pronuncia unas palabras de presentación. El 28 de febrero ocho tripulantes del buque ARC Caldas, de la Armada Nacional, cayeron al mar. El único sobreviviente, Luis Alejandro Velasco, luego de su convalecencia se presenta a las oficinas de El Espectador a contar la verdadera historia, que había sido tergiversada por la prensa oficial. Guillermo Cano le da la orden a su cronista estrella y García Márquez acepta escuchar las declaraciones del marinero durante extensas entrevistas.

 

No era la primera vez ni había de ser la última en que Guillermo se empecinara en un caso perdido y terminara coronado con la razón. Le advertí deprimido, pero con el mejor estilo posible que sólo haría el reportaje por obediencia laboral, pero no le pondría mi firma. Sin haberlo pensado, aquella fue una determinación casual, pero certera para el reportaje, pues me obligaba a contarlo en la primera persona del protagonista, con su modo propio y sus ideas personales, y firmado con su nombre. Así me preservaba de cualquier otro naufragio en tierra firme. La decisión fue milagrosa, porque Velasco resultó ser un hombre inteligente, con una sensibilidad y una buena educación inolvidables y un sentido del humor a su tiempo y en su lugar. Y todo eso, por fortuna, sometido a un carácter sin grietas.

                   Vivir para contarla

 

De esta forma surge una de las publicaciones periodísticas más celebres del escritor de Aracataca Relato de un náufrago, serie de catorce entregas que rompe las marcas de  circulación de El Espectador y revela las faltas que provocaron la tragedia: la primera, que estaba prohibido transportar carga en un destructor; segunda, que la nave zozobró y debido al sobrepeso no pudo maniobrar para rescatar a los náufragos, y tercera, la mercancía era ilegal, contrabando puro: neveras, televisores. Tras estas contundentes declaraciones a García Márquez empiezan a considerarlo enemigo del régimen de Gustavo Rojas Pinilla y meses después recibe amenazas que lo obligan a salir del país.

 

Después de este suceso que García Márquez desenmascara, le sigue otro que se vincula con el ideario político del escritor en el periodismo, el reportaje sobre los niños de Villarrica, en el cual, no sólo pone en evidencia lo que el gobierno quería ocultar, sino que revela entre líneas cómo los éxodos de los campesinos de sus tierras se ligan al surgimiento del “gaminismo”. A partir de este momento, García Márquez no volvió a escribir en este tiempo nada que tuviera repercusiones políticas.

 

El 28 de abril debido al éxito obtenido por la serie, El Espectador edita un suplemento especial, con el titulo: “La odisea del náufrago del ARC Caldas. La verdad sobre mi aventura”.

 

A finales de mayo se publica La hojarasca, con carátula de Cecilia Porras, por ediciones Sipa, en Bogotá, del editor Lisman Baum, con precio de venta de cinco pesos el ejemplar. La tirada fue  de cuatro mil ejemplares, pero se venden pocos. El 23 de junio se publica la historia del ciclista Ramón Hoyos. Con este reportaje, Gabo cierra  con broche de oro su paso de dieciocho meses por Bogotá, esta vez mucho más exitoso que su primera visita a la capital, en cuanto a su formación como periodista, porque en materia de literatura, parece ser una etapa poco fecunda, aunque de mucha experimentación y aprendizaje, de ensayo y error, que poco a poco conducen a su primera obra maestra: El  coronel no tiene quien le escriba.

 

Ante supuestas amenazas del gobierno de Rojas Pinilla contra su vida, para protegerlo, lo nombran corresponsal en Europa. El 13 de julio El Espectador titula en su primera página “El Espectador envía redactor a Ginebra”. El 14 de julio viaja a Barranquilla y el 15 a Europa para cubrir la cumbre de los Cuatro Grandes (EE.UU., URSS, Reino Unido y Francia), en Ginebra, el Festival de Cine de Venecia, a principios de septiembre y algunos otros trabajos pactados con El Espectador. Antes de dejar a Ginebra recibe una carta alentadora de Mercedes, que le da ánimos para continuar y aprovechar al máximo su estadía por el viejo mundo.

 

El 17 de julio llega a Ginebra, luego de escalas de viaje en Barranquilla, las Bermudas, las  Azores, Lisboa, Madrid y París, allí se dispone a enviar su primera crónica por All American Cable. El Espectador publica su serie sobre los Cuatro Grandes, que comienza con “Ginebra mira con indiferencia la reunión”. Los títulos posteriores “Los cuatro grandes en Tecnicolor”, “Mi amable cliente” “Ike”, “Los cuatro alegres compadres” y “La auténtica torre de Babel”. Siempre marcados por su estilo propio, poco a poco fue añadiéndoles sus trucos, recetas periodísticas y el toque literario que diera realce de su pericia profesional.

 

El 31 de julio llega a Roma a cubrir la XVI muestra de Arte Cinematográfico de Venecia, el festival de cine que celebraba la ciudad anualmente, sin embargo, su interés más grande radica en conocer la famosa ciudad del cine, Cinecittá. Se matricula en el Centro Sperimentale de Cinematografía. El Espectador publica algunos artículos suyos sobre el Papa.

 

Durante todo agosto trabaja en el caso de Wilma Montesi, reportaje extenso, que le permite ganar el tiempo que demora en Polonia y Checoslovaquia, a donde planea viajar discretamente y desde donde no podrá enviar ningún material. Y se publican ente el 20 y 30 de septiembre.
 

En el número octubre y noviembre. La revista Mito, de Bogotá, publica el “Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo”.

 

A comienzos de septiembre viaja a Venecia a cubrir el festival de cine de esa ciudad. Siguió escribiendo crónicas no solo de las películas que veía día y noche, sino también de los asuntos más triviales, como que estrellas hacían acto de presencia y cuáles no.

 

Entre el 17 y el 30 de septiembre, El Espectador publica su serie sobre el asesinato de Wilma Montesi. El 21 de septiembre llega a Viena por vía férrea desde Trieste y escribe tres artículos sobre esa ciudad.

 

Después de la premonición de un oráculo, García Márquez abandona Austria y se dirige a Checolovaquia y Polonia.

 

A finales de octubre estaba de vuelta en Roma y envía a Colombia sus tres artículos sobre Viena, cuatro más sobre el Papa, y otros tres acerca de la rivalidad entre Sofía Loren y Gina Lollobrigida. Se muda en una casa de huéspedes en Parioli donde vivía también un tenor colombiano, Rafael Ribero Silva, con quien pasa entretenidos momentos, algunos con prostitutas en la capital italiana.

 

El Espectador publica tres artículos sobre Viena, el 13, el 20 y el 27 de noviembre.
 

Retoma contacto con el Centro Experimental Cinematográfico, donde se inscribe en un curso de dirección cinematográfica, al que asiste de manera irregular, pues prefiere las clases de montaje. Conoce a otro de sus amigos íntimos: el cineasta Guillermo Angulo

 

A finales de diciembre, antes de Navidad, llega a París, donde permanece casi dos años. Se pone en contacto con Plinio Apuleyo Mendoza, con quien pasaría los siguientes meses. Vive en el barrio latino, en la rue Cujas, en el último piso del averiado Hotel de Flandre, ubicado en el barrio latino.

 

Hitos Históricos

 

El general Rojas Pinilla clausura los diarios nacionales El Tiempo y El Espectador. Se reactiva la "Violencia", lucha guerrillera. Perón derrocado en Argentina. En Ginebra, cumbre de los Cuatro Grandes.

 

Hitos  literarios y culturales

 

En mayo, en Bogotá, aparece el primer número de la revista literaria Mito. Mutis: Reseña de los Hospitales de Ultramar. Rulfo: Pedro Páramo. Asturias: Los ojos de los enterrados. Otero Silva: Casas muertas. J.R. Ribeyro: Los gallinazos sin plumas. O'Connor: Un hombre bueno es difícil de encontrar. G. Greene: El americano impasible. Nabokov: Lolita. H. Marcuse: Eros y civilización. Lévi-­‐Strauss:  Tristes  trópicos.  Pratolini:  Metello.  Antonioni:  Las  amigas.  Bergman:  Sonrisas  de una noche de verano. H. Laxness, premio Nobel. Picasso: Las mujeres de Argel.

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